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Joan Groizard
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“Llenar el 'depósito eléctrico' del coche será seis veces más barato que usar gasolina”

Por Eduardo de la Fuente
domingo 25 de marzo de 2018, 09:00h

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Joan Groizard Payeras es una de las caras emergentes de Més per Mallorca a las que se le pronostica una carrera de largo recorrido. En estos momentos es el director general de Energía y Cambio Climático del Govern. Formado en Cambridge (es Grado y máster en Ingeniería de Energía y Medio Ambiente en la prestigiosa universidad británica) es uno de los padres de la futura Ley de Cambio Climático y Transición Energética de Balears. Ha trabajado como ingeniero de energías renovables en la promoción y operación de proyectos eólicos y fotovoltaicos en Reino Unido y Francia, y ha ejercido como consultor técnico y estratégico en la consultoría de sistemas energéticos bajos en carbono Element Energy para clientes como el operador del sistema eléctrico o el comité independiente de seguimiento de políticas en materia de cambio climático del gobierno británico. Groizard ha hablado para los lectores de mallorcadiario.com sobre la futura ley que prepara el Govern, de su aplicación y del futuro energético de las Islas.

NECESIDADES ENERGÉTICAS

Algunos científicos plantean que a medida que una sociedad progresa se incrementa la necesidad energética. A mayor progreso, mayor consumo. ¿Tenemos en las Islas una idea de la cantidad de energía que vamos a necesitar en las próximas décadas?

Efectivamente, así ha sido históricamente. Pero en la última década, y a raíz de los años de la crisis, hemos visto una separación de ambos conceptos. Es posible crecer económicamente sin la necesidad de crecer energéticamente de forma pareja e incluso de no crecer. En nuestra propuesta de Ley de Cambio Climático y Transición Energética se contempla esa contención sin que ello implique una reducción de la actividad económica ni la pérdida de bienestar. Mire, solo el hecho de pasar de energías fósiles a renovables es un paso importante. Cuando se quema fuel o carbón, parte de la energía generada se pierde por la chimenea. Pasar a vehículos eléctricos supone ahorrar porque los coches recuperan energía con la frenada. Y otro ejemplo de eficiencia energética: en teoría hoy disponemos de la tecnología para que un edificio bien diseñado, aquí en el Mediterráneo, no necesite calefacción ni aire acondicionado. Esos sistemas de climatización no serían necesarios si los edificios fueran de Clase A, de consumo nulo. Si nos replanteamos las cosas, somos capaces de reducir el consumo energético sin renunciar a nuestro bienestar.

¿De qué reducción factible estaríamos hablando?

En la ley nos marcamos el objetivo de reducir el 20 por ciento el consumo primario de energía en el año 2030, y alcanzar el la reducción del 40 por ciento para el 2050. Insisto, todo ello sin reducir el crecimiento económico.

¿Cómo han deducido esos porcentajes de reducción de consumo?

Estos números salen de los objetivos que se marca la Unión Europea de cara al 2030 que prevén una reducción del 40 por ciento. Esa reducción toma como punto de partida proyecciones desde el año 2005 y supone un 20 por ciento real porque contempla el crecimiento empresarial. Todo ello se hace en base a la realidad de lo que podemos hacer sin transformar radicalmente la forma en la que estamos funcionando. Si además fuéramos capaces de hacerlo, iríamos más lejos.

ALCANZAR LA AUTOSUFICIENCIA

En Balears tenemos una gran dependencia de los combustibles fósiles. ¿Sería posible alcanzar la autosuficiencia energética?

Totalmente.

¿Seguiremos unidos a la península?

Miremos lo que a día de hoy ya existe. Ya tenemos islas en el mar, y territorios de tierra adentro que están aislados y que son como islas que son capaces de funcionar de forma autónoma con energías renovables. ¿Quiere ello decir que debemos “cortar” los cables con la península y permanecer aislados? No, debemos generar la energía que necesitamos. Si confías en la energía de fuera pendes de un hilo que puede romperse. Con sólo el 1,5 por ciento de la superficie de Balears equipado con placas solares generaríamos el cien por cien de la energía que consumimos. Son muchas hectáreas y seguro que hay quien se diga “es una barbaridad, todo estará cubierto de placas solares...”. No es así, es solo un 1,5 por ciento y buena parte podría ir en tejados, porches, cubiertas de empresas... En la península han apostado por la eólica y nosotros en las Islas por la solar. Habrá momentos en los que podremos exportar energía y otros en los que tal vez necesitemos. Si además tenemos baterías conectadas a la red como las que ha instalado Tesla en Australia no hay duda de que seríamos autosuficientes. Aún así es necesario mantener la conexión, es bueno, debemos compartir. Técnicamente es posible y deseable, siempre compartiendo.

ENERGÍAS DE FUTURO

A las llamadas energías renovables también se les llama alternativas cuando en realidad parecen complementarias. ¿Cuando supondrán una alternativa real capaz de sustituir a los combustibles fósiles? ¿Estamos en el momento de cambio?

Yo creo que ya hemos ido un paso más allá. Las energías ya no son alternativas ni adicionales ni complementarias... Han pasado a ser convencionales. Aquí, en España, somos líderes mundiales en la integración de estas energías en la red normal. Y en Europa casi no se instala nada nuevo que no sea renovable. Es algo habitual, las convencionales serán las renovables y las basadas en combustibles fósiles serán las antiguas.

Me huelo la respuesta, pero aún así: ¿nuclear, no gracias o nuclear, sí, por supuesto?

(Ríe) Entiendo los argumentos de los que están en favor de la nuclear, pero yo la considero insegura y ya no es necesaria. No es necesaria, ni es segura ni puedes construir una central nuclear en dos días como alternativa a los combustibles fósiles. Desde que se planea una central nuclear hasta que funciona pueden pasar diez, quince e incluso veinte años. No tenemos tiempo, no podemos esperar más para desplazar a los combustibles fósiles. Es más viable y barato apostar por las renovables. Los accidentes en las centrales nucleares son poco frecuentes, casi nunca suceden, pero generan residuos con los que no sabemos qué hacer. Cuando trabajaba en el Reino Unido decían que la nuclear había llegado y que sería tan barata que no tendría sentido ni emitir facturas. Y ha quedado claro que no es así. En España se pelean las eléctricas y el Gobierno para ver quién paga el desmantelamiento de las centrales nucleares.

Se calcula que en el año 2028 estará operativo el primer reactor de fusión para uso comercial no experimental en Francia. Los costes del desarrollo son enormes pero a cambio se asegura que generará energía a bajo coste y que los residuos tendrían una vida radioactiva de unos cien años. ¿Ve la fusión nuclear como otra energía viable, llega a tiempo o ya nace como tecnología obsoleta?

Durante mucho tiempo la fusión nuclear estaba a 30 ó 50 años vista. Parecía que la podíamos tocar con los dedos, pero no llegábamos. En el Reino Unido, por ejemplo, cuando hicieron su primera ley de cambio climático, que es del año 2008, se fijaron como objetivo el 2050. ¿Por qué esta obsesión con el 2050? Esa era la fecha en la que en teoría se contaría con la energía de fusión. Nos tenemos que preparar para que el 31 de diciembre de 2049 estemos preparados. ¿Que para Año Nuevo del 2050 llega la fusión? Fantástico, ya veremos cómo la integramos. Lo que no podemos hacer es fiarnos de la promesa de la fusión nuclear.

¿Hay que ir, pues por ambos caminos, por el de las renovables y por el de la fusión nuclear?

Efectivamente. No hay que renunciar a investigar y a intentar tener una energía más barata y más sostenible. El conocimiento es fantástico. A veces se lanzan mensajes populistas: “¿para qué tantos millones para una cosa así, para investigar?”. No, debemos investigar sin confiar ciegamente en el tecnoptimismo de lo que está por llegar. Cuando llegue la fusión, mejor para todos.

“NO EN EL PATIO DE MI CASA”

Usted ha vivido en el Reino Unido y seguro que conoce el fenómeno NIMBY (not in my backyard, “no en el patio de mi casa”). ¿Están los ciudadanos para asumir que al lado de su casa pueden tener un parque fotovoltaico o un campo de molinos de viento?

Es muy curioso, todo el mundo está a favor de las renovables y cuando presentas un proyecto se ponen en contra. Esto pasa aquí porque somos unas islas maravillosas y pasa en todos los lados del mundo. No estamos acostumbrados... Tu ves una placa solar, te dicen que van a montar un parque al lado de tu casa y dices “pues buena me la han hecho”. No es así. En Mallorca, por ejemplo, tenemos 38 parques fotovoltaicos y nadie sabe donde están, se han hecho bien, se disimulan con el entorno... Nos tendremos que acostumbrar igual que lo hemos hecho con los tendidos eléctricos o las farolas. Hicimos una encuesta a 1.200 personas, que tal vez no sea una muestra del todo representativa, en la que la gran mayoría consideraba que, buscando el lugar adecuado, el impacto que causa la instalación de estructuras de energías renovables es asumible y justificado. Claro, luego viene cuando te lo ponen cerca de tu casa... Nos hemos fijado en el ejemplo de Dinamarca, los hemos plagiado, hemos hecho un copia-pega. Allí por cada molino que tienen se fija una zona alrededor en la que los residentes pueden elegir si quieren ser accionistas de la energía que genera, si quieren invertir. En nuestra ley fijamos que los promotores de renovables fijen al menos un 20 por ciento en el que puedan invertir personas, empresas o entidades del municipio en el que instalen sus proyectos. Ganamos en repercusión en la economía local y que serán los propios vecinos los que se preocupen de que todo funcione bien.

El rechazo a las prospecciones petrolíferas en aguas próximas del Mediterráneo es total y unánime. Sin embargo no nos importa que se extraiga en otros lugares del mundo y que con su venta se beneficie a estados con gobiernos que, en ocasiones, no son democráticos o al menos son “cuestionables”. ¿Existe la hipocresía energética?

Pulsamos el interruptor, se enciende la luz y a final de mes nos llega el recibo. Para muchos de nosotros esa es la única interacción que tenemos con el sistema energético. Y sí, es cierto, decimos no a las prospecciones aquí, pero queremos nuestro coche y nuestra electricidad en casa. Si no queremos las prospecciones aquí porque consideramos que son “lo peor”, tampoco las deberíamos permitir en otros sitios. Deberíamos mirar cómo cambiar las cosas. Estas “externalidades”, como las llamamos en el mundillo, son difíciles de ver. Lo bueno de las renovables es que el impacto se queda en tu propio territorio, cualquier ve la el impacto de su consumo energético y ello te ayuda a concienciarte. El ejemplo más claro: cuando uno instala placas solares en su casa comienza a ahorrar porque va con cuidado y vigila lo que consume. ¿Existe esa hipocresía energética por la que me pregunta? Como en otras cuestiones de comercio justo, o de quién fabrica la ropa que vestimos...

COCHE ELÉCTRICO Y CONTAMINACIÓN

Según recoge el borrador del anteproyecto de la Ley del Cambio Climático y Transición Energética del Govern, el objetivo es conseguir un parque automovilístico eléctrico en el año 2015. Se prohibirá la entrada de coches diésel en las Islas en el año 2025 y de gasolina en el 2035. La medida es valiente e incluso diría que loable, si bien plantea algunos peros. Y entenderá que me toca hacer de abogado del diablo.

(Rie) Por supuesto.

Si no cambiamos el modelo energético y somos capaces de producir energía limpia, los coches pueden ser eléctricos pero esa electricidad se generará mediante procesos contaminantes.

Hicimos un análisis de lo que supondría que, sin cambiar el modelo energético actual, todo el parque automovilístico fuera eléctrico. Las emisiones de CO2 que afectan al cambio climático se quedarían igual, ni se gana ni se pierde, pero la calidad del aire que respiramos mejoraría un 90 por ciento. Dejaríamos de tener contaminantes de los tubos de escape en las ciudades que se concentrarían en las chimeneas de las plantas térmicas. Sólo por eso ya valdría la pena el coche eléctrico. Pero hay que ir más allá.

CAMBIO DE MODELO

¿Cómo van a trabajar para que ambas cosas, el cambio de modelo energético y la implantación del coche eléctrico, corran parejas en el tiempo?

Efectivamente, hay que acoplar ambas cosas. Nos marcamos un objetivo para el 2030 para que las energías renovables supongan el 35 por ciento de las que producimos comparadas con el 2 por ciento de ahora. Vamos a dar un primer salto importante y es que en el 2020 ya podremos estar en el 10 por ciento. El objetivo de 2030 lo marca la Unión Europea. El cambio de modelo y la llegada del coche eléctrico no cuadran exactamente en el tiempo, si bien intentamos que se acerquen lo más posible. Una cosa en la que estamos trabajando, además, es en como gestionamos la energía según la demanda de consumo.

¿Se refiere a los llamados picos de consumo?

Ese pico se da en agosto entre las nueve y las diez de la noche cuando residentes y turistas llegan a casa y, como es normal, quieren darse una ducha. Nuestro sistema está preparados para picos como este cuando el resto del año la demanda es mucho más baja. Si pasara lo mismo con el coche eléctrico, que todo el mundo vuelve de la playa a la misma hora y lo enchufa para recargar tenemos un problema. Por ello apostamos por una estrategia de carga inteligente en la que conviene cargar a determinadas horas. Trabajamos con Red Eléctrica de España que tienen un Centro del Vehículo Eléctrico Embrionario para anticiparse a estos problemas. Ese centro justamente está en Palma porque desde hace años se prevé que una de las zonas punteras para la implantación del coche eléctrico serán las Balears.

GARANTIZAR LOS PUNTOS DE CARGA

En California ruedan por sus carreteras unos 330.000 coches eléctricos (no híbridos) y calculan que serán 1,5 millones en el año 2025, lo que ha causado los primeros problemas de saturación en las estaciones eléctricas en las que sólo hay un enchufe por cada 24 vehículos. La geografía urbana de California es muy diferente de la nuestra, hay muchos más ciudadanos que aquí que disponen de garajes privados en los que recargar. En las Islas, por ejemplo en Palma, la mayoría de coches duerme en la calle y no cuentan con un garaje propio en el que recargar de noche. ¿Qué proponen para garantizar que nadie se quede sin poder recargar su coche?

Comparados con California tenemos menos garajes que ellos, pero también un territorio limitado. Con un coche eléctrico de hoy a un usuario medio le es suficiente con dos cargas a la semana. Dentro de dos años veremos vehículos con autonomías de 600 kilómetros. Para la mayoría será necesaria una carga semanal e incluso cada dos o tres semanas. Ese hecho insular hace que los coches necesiten menos recargas. Ahora tenemos unos 300 puntos de carga en la Comunidad y gracias al impuesto de turismo sostenible disponemos de 10 millones de euros en cinco años (este año ya se han invertido dos millones) para la instalación de más puntos de carga rápida en gasolineras, hoteles, restaurante, por todo. El sector privado ya está en ello. Los supermercados Lidl ya instalan puntos en sus aparcamientos, Fan Mallorca y Ocimax ya tienen, también El Corte Inglés. Lo más cómodo, desde luego, es enchufar el coche en tu casa, pero también puedes hacerlo durante el día cuando vayas de compras o a un restaurante, o al cine... Tenemos que dar facilidades a las comunidades de vecinos para que los instalen y tomar una serie de iniciativas para que la carga sea fácil y nadie tenga problemas.

¿Y al consumidor le saldrá a cuenta pagar electricidad en lugar de combustible?

Por cada cien kilómetros que haces con un coche de gasolina, dependiendo del coche, se consumen entre seis y diez euros de combustible. Enchufado en casa, te podría costar entre uno y seis euros, ello supone un ahorro de hasta seis veces el precio de la gasolina. Si además uno aprovecha que una empresa te subvencione la electricidad, pues saldría más económico.

¿Por ejemplo que vas a un restaurante a comer y te “regalan” la carga?

Por ejemplo, sí.

¿DÓNDE QUEDAN LOS MECÁNICOS?

La migración del parque automovilístico actual a otro eléctrico supondrá un gran impacto en el sector de la automoción, especialmente en los mecánicos. La mayoría son autónomos y pequeños empresarios. Nos hallamos ante una reconversión total en la que hay que recibir nueva formación y adaptar los talleres a la nueva tecnología. Es el colectivo más vulnerable. ¿Va a haber algún tipo de ayuda económica o formativa para el gremio?

Podría haber una cierta tentación de centrarnos en las nuevas oportunidades de negocio, en los empleos que crean las renovables y olvidarnos de los mecánicos. Pero no es así. Nosotros hablamos del concepto de “transición justa”. Es una idea que nació por el impacto que el cambio de modelo tendría en las cuencas mineras y que se ha extendido a las gasolineras y a los mecánicos, entre otros. Hay que asegurar que las empresas y los trabajadores tengan un lugar en el nuevo sistema. En la ley llevamos un artículo que habla de ello y de cómo se obliga al Govern a hacer ciclos de formación y políticas de ocupación para estos sectores. Además los plazos de implantación del coche eléctrico son relativamente “tranquilos”. De aquí a diecisiete años habrá personas que ya se habrán jubilado y otras jóvenes que solo hayan visto el coche eléctrico. Es cierto que hay toda una generación que continuará trabajando, y por ellos nos debemos preocupar.

VOLUNTAD POLÍTICA

¿Hay una voluntad política en Balears por encima de colores y partidos de que esta ley o una similar prospere?

Sí, creo que sí. Podremos discutir si una cosa es en el 2025 o en el 2030, nos pelearemos, diremos muchas cosas, pero saldremos adelante. Además tenemos el Acuerdo de París y no olvidemos que la Unión Europea, con mayoría popular, es líder en la lucha contra el cambio climático. El comisario europeo es el Sr. Arias Cañete del PP, que además es uno de los arquitectos del Acuerdo de París y uno de los que ha defendido ante el mundo esta visión ambiciosa.

Además Cañete ve con buenos ojos la implantación del coche eléctrico en los plazos que propone la ley balear.

Sí, así es. Y aún más: el Gobierno de España del PP suscribe el Acuerdo de París y ha anunciado una ley estatal de cambio climático. Y el PP de Balears ya aprobó en la legislatura pasada una estrategia, un plan, contra el cambio climático, lo que demuestra una intencionalidad. Los sectores ecologistas y sociales también lo apoyan. El sector privado entiende que no podemos competir con otros destinos turísticos por precio y han visto que la sostenibilidad nos permitirá vendernos como un destino de calidad. El anuncio de la ley ha salido en The Guardian, en The Times... Ha tenido un buena repercusión. De hecho, con ese mensaje hemos ido a la ITB de Berlín. Al final, lo que necesita la economía es seguridad a largo plazo, saber que los plazos se cumplirán y que verán como su factura eléctrica va bajando. Todos, de izquierda o de derecha, vamos en la misma línea. Veo esta ley no como la que a mí más me gustaría, sino como la que mejor puede funcionar y lograr el consenso.

Así pues el Plan Energético Nacional que depende del Gobierno central será coincidente con los planes de Balears. ¿Es correcto?

Así es, no debería haber problemas. Todo el tema de las competencias autonómicas se ve como un debate distorsionado a nivel estatal. El Estado recurre leyes autonómicas y al final el Constitucional da la razón a las comunidades... No hay diferencias de fondo aunque puede haber alguna confrontación política artificial que a mi entender es un error. Todos tenemos un pronto, pero debemos aprender a respirar y a contar hasta diez.

ECOLOGISMO TRANSVERSAL

¿Ha dejado el ecologismo de ser patrimonio de la izquierda?

Uno de los problemas del Partido Verde alemán ha sido su éxito, que ha acabado siendo su muerte. Cuando consiguieron que Merkel, de centro-derecha, aceptara la teoría de transición energética y de cierre de las centrales nucleares vieron como sus votos sufrían una caída brutal.

Félix Rodríguez de la Fuente rechazó integrarse en un partido verde porque decía que el ecologismo debe ser transversal y formar parte de los programas de todos los partidos políticos.

Estoy de acuerdo con esa idea, así lo veo aunque aún no se ha logrado, por eso milito en Més, en su rama más ecologista. Lo que viene sucediendo es que algunos partidos aceptan el ecologismo cuando se producen los avances que otros impulsan. Tal vez el ecologismo a corto plazo no sea lo más interesante económicamente, pero negarlo es asumir que en cincuenta años nos habremos destruido. Sin ecología no hay economía. Por eso creo que el ecologismo político aún es vigente y ello se ve en cómo sus tesis son aceptadas por la mayoría. Muchas ideas pioneras del ecologismo se han integrado en otras ideologías y han dejado de ser exclusivas de la izquierda. Desde un punto de vista partidista uno podría pensar que ello nos perjudica, aunque los partidos son herramientas de cambio. Si consigues que el resto te compre tus ideas, eso es más importante que tus siglas o tu color político.

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