El periodista mallorquín, Armando Pomar, en una tesis Cum Laude, analiza la sobreexplotación turística y la turismofobia (turistificación) e insta a buscar fórmulas que permitan atraer un mayor turismo de calidad. Para Pomar, el mayor problemas al que se enfrentan la islas se concentra en la sobreexplotación turística, por lo que urge a desarrollar estudios sobre la capacidad real de turistas que puede acoger Baleares y actuar en consecuencia. Por último, resalta la necesidad de eliminar el turismo de excesos, causa de que exista la turismofobia.
En su tesis habla constantemente de turismofobia en Mallorca y en especial en Palma. Es como si este concepto se hubiese inventado en Mallorca.
Hay que partir de la base de que la turismofobia es un concepto erróneo que ya hace bastantes años que se utiliza en todo el mundo. Los que lo han propagado son los que afirman que hay residentes que rechazan la presencia de turistas porque consideran que afecta muy negativamente a su calidad de vida y en esta expansión de la información tienen mucho que ver los medios de comunicación. Hay que dejar muy claro que la turismofobia es un término erróneo: no hay nadie que rechace a los turistas, lo que se rechaza es un determinado tipo de turismo, lo que ahora se denomina turismo incívico.
En ocasiones se tiende a identificar el turismo incívico con el turismo de masas.
Es importante reseñar que el turismo de masas no es malo; muy al contrario. El turismo de masas puede llegar a ser muy beneficioso siempre que sea un turismo de calidad.
"El turismo de masas es bueno, siempre que sea un turismo de calidad"
De un tiempo a esta parte han surgido muchas fobias asociadas al turismo como la turismofobia o la crucerofobia.
Aquí la cuestión es que una buena parte de la sociedad está bastante molesta porque no recibe los beneficios del sector turístico. Esa parte son jóvenes que no encuentran trabajo y los que trabajan lo hacen con sueldos casi miserables. Además, los vecinos tienen que soportar el incivismo de los turistas más jóvenes que pasan las noches montando juergas y no dejan descansar al vecindario. A partir de ahí, el residente pone nombres y etiquetas al mismo problema. Basándome en esto, aportaría una nueva palabra: overtourism, que significa sobreturismo o sobreocupación turística. Cuando ya no caben más turistas, se produce una sobresaturación turística o humana y esto lleva a las quejas de los residentes. El residente pide un equilibrio entre el negocio turístico y la calidad de vida del residente. El problema está en que el negocio turístico ha singularizado los beneficios y ha socializado los costes.
A todo ello hay que añadir el turismo de excesos.
El turismo de excesos es el grandísimo culpable de los que hemos llamado turismofobia. De hecho, creo que es el único culpable. Está demostrado que no es cierto que los coche de alquiler llenen las carreteras y calles de Mallorca o que haya muchos cruceros, ya que su llegada se puede organizar. El problema es la sobreocupación humana.
¿Entonces, existen soluciones a la sobreocupación?
Las soluciones pasan por modificar el actual paradigma en el sector. Hasta ahora hemos trabajado en funcion de la demanda, es decir, se trabaja respondiendo a un grupo determinado que viene y pide servicios y este paradigma hay que cambiarlo. Las mejores áreas turísticas del mundo lo han conseguido ya que han puesto por delante la oferta, es decir, el hotelero es el que tiene que poder decidir qué oferta hace al mercado: turismo familiar, turismo romántico, o lo que sea. Lo demás, no lo quiere. Esto es lo que hay que cambiar. Hasta que no modifiquemos este paradigma, vendrán jóvenes que montarán juergas y líos y entrarán dentro de la nueva modalidad de turismo de fiesta, que es lo que están pidiendo los jóvenes.
"El hotelero es el que tiene que poder decidir qué oferta hace al mercado"
¿La calidad turística y hotelera es el mejor antídoto contra la turismofobia?
Lo creo firmemente y hay que dar la enhorabuena al sector turístico que ha apostado por la calidad. La calidad es el futuro. Hay que apostar por el turista premium y hay que empezar a limitar al máximo la oferta barata que esta básicamente en manos de los turoperadores que llenan apartamentos. Como claros ejemplos podemos citar a Punta Ballena, Sant Antony de Portmany o Playa de Palma. Hay que erradicar este tipo de oferta turística, aunque esto nos puede llevar como mínimo tres años.
¿Cuál sería el turismo ideal para Baleares que no generase sobreexplotación turística y, por consiguiente, rechazo social?
El turismo de familia, de parejas y de poder adquisitivo, bienvenido sea. Hay que trabajar en una cosa que no se atreve nadie y es el de determinar el índice de carga, la capacidad humana que puede soportar un territorio en un momento dado. Cuando esto se conozca, sabremos que en Palma no caben 100.000 personas en un día o que no caben 12 millones de turistas en Mallorca. Además, hay que tener la capacidad de explicarlo bien y que el sector turístico lo acepte. A partir de ahí, el Gobierno va a tener que dictar normas que limiten la capacidad de llegada de turistas a las zonas. El problema al que nos enfrentamos ante esta propuesta es el derecho que tiene el turista a viajar y visitar una ciudad. No se puede prohibir a un alemán venir a Mallorca. Pero sí se puede limitar el derecho a las personas si la masificación provoca un daño al medio ambiente.
"Las grandes familias hoteleras han apostado por un turismo de calidad"
¿Podremos ver cambios en el modelo turístico actual tras la pandemia?
La pandemia debería haber servido para sentarnos y definir el modelo turístico para los próximo años. Dentro de tres años volveremos a estar en 17 millones de turistas. Nos hemos dado cuenta de que si no hay turismo, no hay ingresos y lo malo es la falta de trabajo. Las grandes familias hoteleras estan de acuerdo en que hay que apostar muy fuerte por un turismo de calidad. Hay que echar del mercado el turismo incívico y esto es lo que está pidiendo ahora el hotelero. Pues entonces que se reúnan y busquen fórmulas jurídicas. Por ejemplo: tenemos mas de 100 millones de euros al año de la ecotasa que podríamos utilizar para modernizar y aumentar la categoría de los establecimientos que ahora solo trabajan con turistas incívicos. No tenemos que depender de millones de turistas de cuatro perras que solo montan fiestas. Hay que parar esto porque nos jugamos el futuro del turismo. Nos gastamos millones de euros en potenciar una imagen de destino y queremos un turista comprometido con el medio ambiente y que se implique con las inquietudes de los residentes.
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