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En la acera de enfrente

Por Alejandro Vidal
martes 05 de abril de 2016, 20:28h

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No sólo de fútbol vive el hombre y menos sólo del Mallorca. En todas partes cuecen habas y sorprende la forma en que el Atlético Baleares, alejado de sus objetivos, pasa de puntillas por lo que hasta el presente es un rotundo fracaso deportivo y de gestión.

Parto de la base de que ignoro por completo cuál es la experiencia de Herr Volkmann al frente de cualquier club de fútbol, un tipo de empresa muy diferente a cualquier otra por simple definición, pues no hay ninguna que dependa exclusivamente de que una pelota pase entre tres palos durante una larga serie de veces. Así que mis primeras dudas surgieron cuando me contaron que su desembarco en el club que hoy ocupa las instalaciones federativas de Son Malferit tuvo su origen en una conversación de café sostenida por Nico López Vidal en un bar de la zona norte de la Isla.

La segunda incógnita respecto al proyecto y el personaje surge precisamente poco después cuando el actual entrenador del Llosetense, co-piloto del aterrizaje, fue despedido fulminantemente y de manera poco elegante con la misma medida que Roma pagaba a los traidores y la sensible diferencia de que el técnico mallorquín no había engañado a nadie.

Interpreté que algunos fichajes estructurales realizados tras aquel fatídico incidente, que no accidente, auguraban un nuevo estilo y respondían a una idea de futuro más sólida de lo que aparentaba. La incorporación de Gustavo Siviero me confirmó la voluntad de un cambio de línea que se sostuvo durante unos meses, aunque el argentino iba a ser cesado por unos malos resultados inexistentes y realmente por discrepar del dueño en la aplicación práctica de una determinada máquina adquirida por la propiedad. Aquella circunstancia, añadida a la contratación de un preparador alemán sin la menor experiencia en la segunda B española e incluso, semanas después, la destitución del responsable del juvenil, me causan la impresión de hallarnos ante un nuevo Claassen esta vez instalado al otro lado de la Vía de Cintura.

Como suele suceder, el tiempo aclara las cosas. Con uno de los presupuestos más altos de la categoría, sino el que más, no se puede vender a la afición blanquiazul la hipotética conquista de un título de ínfimo calado, la Copa Federación, como una gran conquista. No. Ni hay quien siga al frente de una plantilla confeccionada para disputar la fase de ascenso y que vaga por la mitad insulsa de la clasificación, sobre todo después de encajar una goleada humillante ante su propia gente.

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