El mundo está en estado de alerta por los acontecimientos de los últimos días. La tensión geopolítica está en niveles máximos. Pero es que además, a nivel particular, cada uno de nosotros también tenemos que estar en estado de alerta porque nos la van a intentar colar por todos lados. Cada vez nos muestran más cortinas de humo que pretenden desviar la atención de la realidad. Cortinas de humo que, en ocasiones, son de enorme gravedad.
Resulta que hay claros indicios de que Estados Unidos haya sido el autor, junto a Noruega, del sabotaje a los gasoductos Nord Stream, propiedad de alemanes y rusos. Tras esta importante revelación por parte de Seymour Hersh, laureado periodista, han tenido lugar acontecimientos que desafían cualquier probabilidad estadística.
El primero fue el descarrilamiento de un tren en Ohio que ha generado una nube extremadamente tóxica, visible a kilómetros de distancia y cuyas dioxinas han contaminado tierras y ríos que abastecen de agua los hogares de cinco millones de personas. Un desastre de primer nivel que ha sido bautizado como el Chernobyl americano.
Tras este desastre ecológico han tenido lugar seis accidentes más, en solo dos semanas. Cinco trenes descarrilados, un incendio y un accidente de camión. Todos relacionados con productos químicos nocivos. Los trenes, por cierto, son propiedad de la Norfolk Southern, empresa participada por Blockstream y Vanguard.
El dato curioso es que en 2022, ambientada también en Ohio, lugar del primer y más grave accidente, se rodó White Noise, una película con una trama similar a lo acontecido. En ella un camión choca con un tren cargado de productos químicos que generaron una enorme nube tóxica. Mismo transporte, misma mercancía, mismo tipo de accidente, mismo Estado, mismas consecuencias. Mucha casualidad.
Estados Unidos tiene 50 estados ¿Qué probabilidad existe de que tenga lugar en el mismo Estado una película que describe un accidente idéntico al ocurrido? ¿Qué probabilidad hay de que ocurran seis accidentes similares en dos semanas?
Pero es que estos días también han tenido lugar otros acontecimientos que rozan lo absurdo y han desviado la atención. Además del globo chino de la semana pasada, se han derribado tres objetos volantes no identificados en tres días en territorio norteamericano, incluyendo Alaska y Canadá. Según las autoridades estadounidenses, no se descartaba en los momentos iniciales, que fueran de origen extraterrestre. Unas semanas de locos.
¿Qué probabilidad hay de que en tres días se dé la alarma y se derriben tres ovnis?
Muchas distracciones, intencionadas o no, que han desviado la atención de los verdaderos problemas que asolan Estados Unidos. La probable autoría del sabotaje del Nord Stream, por sí sola, podría suponer una “casus belli” con Rusia, que aún no se ha pronunciado.
El otro gran problema se encuentra en las finanzas de Estados Unidos. Más concretamente la situación de deuda, obscena, según el senador de Nebraska, que tras haber superado los 31 billones de dólares, ha alcanzado el 120,7% del PIB. Para ponerlo en contexto, este porcentaje era del 59% en el año 2000. El coste de esa deuda es estratosférico: 532.000 millones de dólares en concepto de intereses. Pueden la evolución de la deuda americana en tiempo real en https://www.usdebtclock.org/
El mes pasado, Estados Unidos alcanzó nuevamente el techo de la deuda. Ya van 89 veces en su Historia que se acuerda elevarlo. Si alguna vez no se hicera, Estados Unidos entraría en “default” (suspensión de pagos) porque no podría atender sus compromisos. Pero, como ya dijo el otrora presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, Estados Unidos nunca quebrará porque “lo único que tiene que hacer es imprimir más dinero”. Ya saben que más dinero es más deuda. Con un par.
El sistema ha entrado en una espiral que lo hace insostenible y a los políticos parece no preocuparle porque, cuando se vayan tras su mandato, otros llegarán. Nadie quiere que explote mientras ostentan el poder. Este sistema condena a generaciones futuras si el Gran Reseteo no lo remedia.
Extraterrestres, descarrilamientos de trenes, volcado de camiones, accidentes que replican guiones de Hollywood, catástrofes medioambientales que recuerdan a lo ocurrido en Chernobyl en 1986 y que, por cierto, gozan del más absoluto silencio por parte de quienes nos dicen que comamos insectos porque las vacas contaminan o que nos movamos en distritos que estén a no más de quince minutos en bicicleta… Todo ello son acontecimientos que desafían las leyes probabilísticas y distraen de los problemas importantes que afectan a la principal potencia del mundo.
Estén en alerta porque nos van a intentar distraer con elementos que ni nos imaginamos con tal de ocultar la verdad. Los medios de comunicación están de su parte. Lo ocultan hasta que no pueden más. De hecho, en el accidente de Ohio detuvieron a los periodistas que cubrían la noticia en los primeros momentos.
Parece que vale todo. Lo de los ovnis de origen extraterrestre era una carta que no pensaba que fueran a mostrar. Pues sí, lo han dicho. Puede que el Blue Beam esté cerca. Busquen y alucinarán. Y, sobre todo, no bajen la guardia. El miedo siempre acecha y con él las malas decisiones.