En boca cerrada...

Pino Zamorano ha sido uno de los peores árbitros que jamás se ha visto en un campo de fútbol y en cualquier categoría. Como referencia para el aficionado balear, digamos que fue el director de aquel Mallorca-Sevilla en el que Navarro, capitán andaluz, casi manda a Juan Arango al otro barrio. No pitó ni falta y solamente cuando fue requerido y se percató de la gravedad del trance, le mostró el central andaluz la tarjeta......amarilla. Antes y después la armó en otros campos y circunstancias.
Bueno, pues este hombre ha sido uno de los primeros en lanzarse a la yugular del encarcelado Angel Villar. Tan valiente que ha permanecido callado durante años y sale ahora a hacer leña del árbol caído. Acusa el presidente de la Federación Española de Fútbol de influir en las actuaciones de sus colegas de pito y señala, no sin cierta base, los motivos que impulsaron la baja del estamento del guipuzcoano Pérez Lasa, aunque mete el cazo, como de costumbre, al señalar el inexistente descenso de Daudén Ibáñez a segunda división. Insiste en que los ascensos y descensos se decidían en el despacho del imputado, pero no aclara cómo fue posible llevarle a él a Primera e incluso mantenerle en la categoría de plata antes de aconsejarle que se dedicara a otra cosa. Siempre habla quien menos autoridad tiene para hacerlo. Es evidente que la transparencia jamás ha sido patrimonio del Comité de Arbitros de fútbol, pero de eso a que levante la voz uno de los peores y lo haga solo con la seguridad de que no le van a contestar, media el abismo que separa la gallardía de la bajeza.
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