Esta semana se ha publicado, a modo de aperitivo del libro que aparecerá con el mismo título, el cómic "Els tentacles de les tenebres". En el libro, cuya presentación está programada para el próximo martes a las 20:00 en Can Alcover, el autor Marcel·lí Guerrero hace un repaso a los ataques más sonados perpetrados por el Govern de Bauzá contra el sistema educativo de las Illes Balears y ordena cronológicamente las reivindicaciones de grupúsculos ultra-españolistas en relación con las decisiones anti-mallorquinas tomadas desde el Govern.
Tal debe ser el acierto de las tesis del libro, que el aperitivo en forma de cómic ha encendido la verborrea preconstitucional de los protagonistas y sus satélites. De entre las consignas habituales, que repiten cual loros adiestrados, llama la atención la que acusa al cómic de "incitar a la violencia". Como debo estar en la categoría de "pancatalanista" he mostrado el cómic a diversas personas y ninguna de ellas ha detectado atisbo de incitación a la violencia.
Vale la pena hacerse con un ejemplar del cómic, disponible en la red, y adquirir el libro aprovechando este Sant Jordi, para tener la oportunidad de comprobar cómo desde la cordura no se puede ver en ellos nada más que la crítica caricaturesca de la obsesión anti-mallorquina definitoria de esta legislatura. Crítica, por otra parte, dirigida en todo momento a personajes públicos que deben estar en el objetivo de la opinión pública y sujetos a la incomodidad de ver sus acciones expuestas a la libertad de expresión de la mayoría que no opina como ellos.
La libertad de expresión, incluyendo la crítica que en ella tiene cabida, es uno de los pilares básicos de todo sistema democrático. Esta idea la sintetiza Voltaire en su frase "No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo".
Debe prevalecer, por tanto, el derecho a publicar y publicitar "Els tentacles de les tenebres" para criticar el dirigismo de la caverna ultra-españolista. Como también debe respetarse el derecho de la caverna a hacer una vez más el ridículo acusando a la publicación de incitar a la violencia.