El suicidio de Brittany Maynard

Es un tema del que no queremos hablar, del que huimos como si de arenas movedizas se tratara, y eso que sólo las hemos visto, la mayoría de nosotros, en alguna película de serie B.

No se atreverá con el tema ningún político, seguramente tampoco ningún medio de comunicación (al margen de comentar noticias puntuales pero sin abrir jamás debate). Pasaremos de puntillas con la hipocresía propia de quien se cree inmortal e inmune al deterioro físico o psíquico.

Pero voy a hablar de ello, del suicidio asistido. Del derecho que debería tener cualquier persona a poder decidir cómo y cuando quiere morir, si se le ha diagnosticado una enfermedad terminal, incurable o que le va a incapacitar para el resto de sus días.

Porque el concepto de vida no es el mismo para todos. Habrá quienes se conformen con vivir viendo pasar los días con tranquilidad, sin grandes pasiones ni desilusiones, sabiendo apreciar las pequeñas cosas, los detalles ínfimos con los que se alcanza la felicidad más certera.

En cambio los hay que necesitan asomarse continuamente al abismo para sentirse vivos. El abismo de la ambición, o de las grandes pasiones y desilusiones, los que no saben vivir sin intentar ser felices siempre con cosas que tienen que conseguir por sí mismos, y no simplemente apreciando lo que les rodea.

Porque todos somos diferentes y sabemos lo que para cada uno de nosotros es vivir o no vivir, independientemente de que sigamos respirando.

Que errada hipocresía, moral, miedo, cobardía en suma, nos convierte en inquisidores de nosotros mismos y acepta la tortura final previa a la muerte antes que una muerte calmada y digna?

Quien se cree con derecho a decidir cómo tiene que morir quien ya no tiene esperanzas de vida tal como la desea? Quien puede ser capaz de erigirse en protector de la vida ajena cuando ya no es vida? Quien asume la responsabilidad de admitir la tortura hasta el final en vez de aceptar el derecho a un suicidio asistido y a una muerte digna?

Es curioso que cuando uno consulta las estadísticas de suicidio del INE, el último dato que aparece publicado sea del año 2.006 ¡! (será que quizás, desde entonces, nadie ha fallecido por esta causa?). Ese año en España se intentaron suicidar en nuestro País 2.017 personas de las cuales 1.806 lo consiguieron. Según esa misma estadística 42 de los fallecidos residían en Baleares.

Y el dato más desgarrador, la mayoría de estos suicidios son de personas mayores de 60 años. Cuanta desolación y soledad en esa despedida injusta!!

Alguno de ustedes se ha preguntado alguna vez como muere un suicida? Sólo. Asustado. Aterrado. Temeroso de que el medio que ha decidido utilizar no funcione y le deje peor de lo que está. Triste por no poder despedirse de su familia, por tener que hacerlo a hurtadillas, como si se tratara de un delincuente.

Me estoy refiriendo a los suicidios de personas diagnosticadas de una enfermedad terminal, incurable, no a los suicidios de personas que puedan precisar tratamiento psiquiátrico o psicológico no derivado de un diagnóstico de enfermedad terminal.

Sé que no es el momento para debates. Nuestra sociedad está más pendiente de cosas “más importantes”. Es bueno sin embargo que, de vez en cuando, alguna persona valiente como BRITTANY MEYNAR, se atreva reabrir el debate aunque sea, por desgracia y como en este caso, por haber decidido poner fin a su vida con un suicidio asistido.

Y que no teman con ello los que quieran vivir, con tortura o sin hasta el final de sus días, nadie les obligará a adelantar su muerte. Solo permitan por favor, que quienes no quieren sufrir antes de morir, no tengan que hacerlo.

Y después nos manifestamos porque los banderilleros pinchan a los toros en las plazas……………. No tenemos remedio.

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