El soltero

“... Los neardentales tenían un cerebro significativamente mayor que el de los humanos modernos (1,8 litros los primeros frente a 1,4 de los últimos, según un cálculo). Es una diferencia mayor que la que se da entre el homo sapiens moderno y el homo erectus tardío, una especie que consideramos sin problema casi humana”.

No lo digo yo, lo dice Bill Bryson en Una breve historia de casi todo.

El 'casi' nos lo podemos ahorrar. El homo erectus es tan contemporáneo que uno no sabe si quedó alguna comunidad sin evolucionar y ahora se está expandiendo, o si es que la raza humana está retrocediendo. El homo erectus existe, y quien pertenece a esta clase de homínidos suele hacer alarde de ello.

La mayor parte de homo erectus se clasifica dentro de la subespecie homo erectus caelebs, y está tan orgulloso de su condición que considera un desperdicio dedicar sus cualidades más preciadas a un solo ejemplar del género opuesto. Difícilmente querrá cambiar de status.

La vida moderna ha llevado a esta regresión evolutiva. Un homo erectus paradigmático sabe procurarse alimento, lavarse los ropajes y ocupar su tiempo de ocio. Puede llevar una vida plena sin atraillarse para siempre a un/a solo/a compañero/a de cópula. ¿Por qué debería de hacerlo entonces?

Con la aplicación de una simple ecuación matemática, para aquel incauto que sí quiere ejercer de homo sapiens sapiens, su espectro de mercado -o target- se reduce considerablemente. Y más teniendo en cuenta que el erectus, en sus variantes antro y gine (discúlpenme este giro al griego), se está expandiendo de forma geométrica por contagio, y pocos especímenes quieren ser tratados de ello.

Se reduce y se complica. El homo erectus no lleva un cartel escrito en la frente informando de su condición, con lo que desconcentra en primera instancia a aquel que sí está buscando un compañero de aparejamiento estable. ¿Cómo saber si frente a nosotros tenemos a un homo sapiens sapiens o a un homo erectus? Se suele detectar rápido, pero puede que lleguemos un poco tarde. Puede que hayamos errado el tiro y hayamos tratado a un sapiens sapiens como erectus y a un erectus como sapiens sapiens, sin margen para una segunda oportunidad.

Estamos en democracia y todas las opciones son válidas: comportarse como un sapiens sapiens o como un erectus, lo que no me parece tan bien es ese erectus que trata al prójimo como si fuera un australopithecus. A ese, hay que darle de probar de su propia medicina.

Corolario: El erectus tiene mucho de sapiens.