España está indignada. Gibraltar, la tan traída y llevada crisis, el descenso de la natalidad con la consiguiente pérdida de las posibles pensiones. En Baleares lo llevamos mucho peor desde que al Presidente Mariano Rajoy se lo ocurriera cometer un fallo (se ve demasiado la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio) llamando a Mallorca, isla de Palma, claro que según la opinión pública, nadie que esté en el gobierno puede cometer un error; pero ese es otro tema.
Volvamos a lo nuestro, esta semana termino esta trilogía con la Princesa Letizia. Como no podía ser de otra manera. El verano ha dado mucho de si, y la Princesa ha dado mucho que hablar. Desde mi punto de vista, demasiado. Hay quien dice que se siente una funcionaria, aunque de todos es sabido que no se ha sacado las oposiciones, por lo que esa postura de hacer su trabajo de 8:00 a 15:00, con un mes de vacaciones, pagas extras etc. es del todo inasumible, porque le guste o no, es la Princesa de Asturias con el equipaje que eso conlleva, lo aceptó desde el mismo instante en que dijo sí a la propuesta matrimonial del Príncipe, quejarse ahora me parece absurdo. Ella, parece instalada en la queja permanente por las obligaciones que tiene, olvidándose de los enormes privilegios de los que goza.
Si hablamos de privilegios, uno de ellos es pasar el verano en Mallorca, un hecho que es tradición en la familia real, pero a Doña Letizia no le gusta. Este año ha pretendido imponer su voluntad (que dicen es férrea) obligando al Príncipe Felipe a colocarse los pantalones, ella no deseaba venir a Baleares por temor a los abucheos, un planteamiento que no diré imposible que suceda, pero bastante difícil de observar por estos lares dado el tranquilo, sereno y respetuoso carácter mallorquín, y el enorme interés que desde siempre se ha tenido en Baleares por mantener el habitual descanso estival de los reyes en nuestras islas. El gobierno balear dedica una fuerte inversión económica. Tener a disposición una casa todo el año a punto de revista, cuesta al erario público la nada desdeñable cifra de 1,8 millones de euros anuales. Recordando, que los Príncipes de Astúrias disponen de Son Vent, a parte de Marivent. El posado veraniego es un trámite o un pasaporte al palacio, dada la inversión que hacen las islas la ciudadanía se merece eso y algo más , por lo que Doña Letizia debe comenzar a pensar en los otros, sus “paganos” no solo en si misma.
Quizás hay que recordarle que le va el sueldo en ello. Su paso por Mallorca este año no puede ni siquiera considerarse como “cumplir el trámite”, el desplante aireado al que nos ha sometido es de órdago. Dicen por ahí que “no es nada en contra de las islas” lo que pasa es que Doña Letizia está indignada con el mundo mundial ( ¿será que la indignación es por lo lejos que ve la corona de reina en su cabeza? ) creo que a estas alturas a muchos nos gustaría conocer los motivos, su vida privilegiada va a cuenta de nuestros presupuestos, por lo que bien merecemos una explicación o en todo caso le sugiero una sesión de relajación para liberar la tensión que la mantiene contraída, para así evitar los desmanes y cortes delante de todo el mundo.
Ante este panorama, no puedo evitar recordar lo que cuenta Jaime de Peñafiel: Don Juan de Borbón, en su momento dijo al entonces Príncipe Juan Carlos “puedes casarte con quien quieras, pero cásate con quien debas”. Como buena noticia su Majestad la Reina Sofía y la Infanta Elena han venido a salvar los platos rotos de Doña Letizia, finalizando sus vacaciones en Mallorca; Dando a su nuera y cuñada respectivamente, una buena lección de saber estar.