El pez en el agua

¿Qué es el agua? preguntaron a un pez, que quedó sorprendido y boquiabierto. ¿El agua? Ni idea. Él ni siquiera la percibía, porque estar en ella es lo normal. Sólo se da uno cuenta de que el agua moja si previamente está seco, porque lo cotidiano no se percibe. Además, si la transición entre estados es lo suficientemente gradual se pueden ir normalizando las distintas etapas. Este fenómeno, que los publicistas llaman «mover la ventana de Overton» hace que una rana muera plácidamente escaldada si se sube gradualmente la temperatura, o que un votante no perciba que la democracia en la que vivía está siendo desmontada. Pues bien las vacaciones, entre otros efectos benéficos, permiten salir momentáneamente de lo cotidiano. Abandonar la rutina, incluida la lectura de medios o la escucha de noticias, permite sacar la cabeza del agua, y comprobar de repente que la temperatura está peligrosamente caliente.

Por ejemplo, he leído en Semana Santa esto: «las circunstancias contenidas en esta película se enmarcan en una época determinada y deben ser entendidas en el contexto social de dicha época». Es el mensaje que RTVE incluirá antes de la emisión de Cine de Barrio. Es lo que se llama un disclaimer con el que RTVE pretende «contextualizar» las películas por sus «actitudes machistas y sexistas», impropias de una época tan progresista como la nuestra y que podrían causar estrés postraumático a los espectadores. Así cuando Paco Martínez Soria se quede admirado contemplando una minifalda, o Alfredo Landa persiga a la proverbial sueca, RTVE pondrá preventivamente el cartelito como diciendo «a mí que me registren, eran tiempos bárbaros». Y esa es realmente la cuestión: tenemos un Gobierno tan cursi y memo (reflejo, desde luego, de una parte notable de la sociedad) que se permite enjuiciar lo pasado desde un pedestal moral que sólo él se ha atribuido. No consta, por cierto, que se hayan previsto otros disclaimer para contextualizar los programas de Broncano, Cintora o Henar Álvarez: «los chistes y comentarios emitidos se enmarcan en un deseo continuo de agradar y no ofender a Sánchez, que es el que paga generosamente».

También he oído fuera del agua a Lucía Dalda, nuestra podemita isleña, clamar contra el gasto en defensa con el mismo ardor y argumentos que Miss Venezuela. Conviene recordar una vez más que las guerras son un horror, pero que desarmarse no promueve la paz sino la indefensión a favor del que decide no hacerlo. Es difícil, por otra parte, erigirse en paladín de la paz desde un partido cuyo objeto social es la promoción del resentimiento. En todo caso hace mucho tiempo que Podemos perdió la careta social del 15-M, y ahora se entiende mejor como un proxy de la dictadura caribeña, la teocracia iraní y el imperio de Putin. Aunque en realidad Belarra, Irene Montero o Isa Serra recuerdan más bien a las alegres integrantes de una cofradía que funcionaba en los años 70, aquélla dirigida desde el rancho Spahn y ésta desde la taberna Garibaldi.

Y, desde el martes, mientras me sumerjo poco a poco de nuevo en lo cotidiano, y soy susceptible aún a la sorpresa, he escuchado de todo. Por ejemplo, anunciar a Pedro Sánchez, ese que decía «sobra el Ministerio de Defensa» mientras hacía tallarines (busquen, busquen la foto), que amplía notablemente el presupuesto de Defensa. A mí me parece muy bien pero ¿y los Presupuestos? ¿Y el Parlamento? ¿Y la Constitución? Bueno, «la lectura de la Constitución y su aplicación puede tener matices, je, je» ha respondido tan ancho (búsquenlo, búsquenlo también) ¿Y el Gobierno? Nada, nada, son discrepancias menores. Esas discrepancias menores consisten en que Pedro aumenta unilateralmente el gasto a instancias de la OTAN y sus socios proponen salir de la OTAN. No les mola el tratado de la NATO, como decía Siniestro Total (disclaimer: «este comentario se enmarca en una época determinada y debe ser entendido en el contexto boomer»).

A esto se ha añadido (y ya sólo me queda la cabeza fuera del agua) un nuevo episodio grotesco, el de las balas compradas a Israel. Yolanda Díaz y Ernest Urtasun han salido a decir que están enfadadísimos y que por tanto no se plantean romper el Gobierno. Hay cinco razones de peso para no hacerlo, los sueldos de sus cinco ministros. Ah, y también he escuchado que el Fiscal General va a nombrar al fiscal que fijará criterio sobre el delito por el que él mismo está imputado. Mientras tanto el Supremo, tras recibir la información de la cuenta de Gmail del Fiscal, ha abierto una pieza secreta… a la que podrá acceder un subordinado del Fiscal. No está mal ¿eh?

En fin que nuestra cotidianeidad no es muy normal. El agua está francamente turbia, y la temperatura indica que los ciudadanos estamos siendo convertidos en ranas. Esperemos llegar a las próximas vacaciones.

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