El Partido del Sentido Común

Asistimos desde hace años a una progresiva orfandad política de un sector de la sociedad civil que algunos identifican con la llamada derecha sociológica, y que otros, entre los que me incluyo, consideran que engloba también a desencantados que piden, por encima de posicionamientos ideológicos, el sentido común en la política. Existe un amplio sector de los españoles que desean sentirse identificados con unos representantes políticos que sean claros y que, incluso, rompan con la dictadura de lo “políticamente correcto” si ésta es la causa para no dar solución a los problemas que pueden mitigarse desde el poder público.

Entre los causantes de esta situación se encuentran Mariano Rajoy y sus adláteres, artífices de la conversión del PP en un partido relativista de corte socialdemócrata: Su política fiscal se ha basado en subir los impuestos hasta hacerlos prácticamente confiscatorios; la excarcelación de etarras y la permisividad con los homenajes a los asesinos han dejado nuestra dignidad por los suelos; la asunción como propia de la ideología de género, la aceptación de que 16 millones de españoles no puedan escolarizar a sus hijos en la lengua oficial de España; y, como colofón, su parsimonia y dejación en el cumplimiento de la ley han alcanzado cotas inimaginables en cualquier democracia occidental ante el más grave desafío rupturista al que se enfrenta nuestra nación probablemente desde la 2ª República. Son ejemplos de la acción de gobierno de un partido también azotado por la corrupción.

Por otra parte, la indefinición, el cambalache ideológico, la falta de transparencia, y el perfil bajo para acceder al poder pactando con unos u otros según convenga es algo a lo que, lamentablemente, también se ha apuntado Ciudadanos. Se echa en falta aquellas propuestas firmes en favor de los derechos y libertades ciudadanas, como, entre otras, la libre elección de lengua en la educación o la devolución de las competencias mal gestionadas por las Autonomías. Propuestas ahora desaparecidas del programa electoral del partido de Albert Rivera que, en ocasiones, acierta en el diagnóstico del problema pero yerra en la solución.

Los que vivimos el día a día de la sociedad civil comprobamos que existe un amplio sector del electorado que a día de hoy demanda una formación política a la que se pueda votar con ilusión, y por principios, y no por miedo a la extrema izquierda. Que con una base ideológica bien armada apueste por las reformas que necesita nuestro país, que reduzca el insostenible sector público, ordene el desbarajuste autonómico, el gasto y los impuestos, garantice la seguridad jurídica, apoye la natalidad, y que en territorios donde el separatismo crece, como en Baleares, cuente con sólidos argumentos y voluntad política para combatirlo con firmeza desde la defensa de la libertad.

La amenaza comunista y separatista que quiere acabar con la nación española, con la libertad, con la sociedad abierta, y, en Baleares, crear los totalitarios “países catalanes” es un hecho. Por ello, es necesario un proyecto que ilusione para que el votante se identifique con el mismo y no tenga que votar con la nariz tapada por miedo a que los liberticidas asalten el poder.

Puede parecer que me refiero a un proyecto futuro pero, lo mejor de todo, es que ese proyecto político ya existe, y ha llegado su momento.

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