La luz que el final del túnel se abrió para el Atlético Baleares hace una semana en Sagunto, se agrandó ayer tras su previsible victoria sobre un Ontynent en declive tal y como advertíamos en la víspera. Es más, además de los saguntinos, que han llevado cabo una horrible segunda vuelta, el Olot se suma a la fiesta del descenso mientras Penya Deportiva y Llagostera deciden matarse el uno al otro. El río se ha revuelto y los pescadores de Son Malferit podrán aprovecharlo.
El Mallorca, por su parte, salvó los muebles y su posición en el Martínez Valero, escenario que para mi se queda como Nuevo Altabix. Las únicas ocasiones fueron para los locales, premiosos y muy mal dirigidos desde la banda. Una carga de Sastre sobre Benja a un metro de portería pareció penalti, de acuerdo, pero si el árbitro se equivocó en dicha apreciación aun más lo hicieron los rematadores locales, que regalaron en no menos de media docena de vicegoles, el empate definitivo.
Aun así, el precio de un punto sin significado de cara a la clasificación fue excesivo. Preocupa la lesión de Raillo y también la expulsión de Alex López –¡nada nuevo!- la primera por protestar una falta a favor y la segunda porque el colegiado estaba de él hasta las narices. Con una roja anterior a Bonilla, que no estaba ni para sacar los córners, el hecho de terminar el lance con solo nueve futbolistas sobre el césped indica que el sufrimiento supera al mérito. El guardameta alicantino se limitó a ver el partido bajo sus tres palos. Bien está lo que bien acaba.
