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El obispo Taltavull y el catalán

sábado 27 de enero de 2024, 00:00h

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El obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, en una entrevista concedida a un medio digital catalán, lanzó una afirmación que ha levantado cierta polémica. El prelado afirma que “hay un gran cambio ahora, en Mallorca y también en Menorca, que muchas cosas se hacen en castellano. Es un cambio muy, muy, muy grande. Esto hace que nuestra lengua pierda fuerza, pierda categoría, pierda audiencia”.

Resulta llamativo que el máximo jerarca de la Iglesia de Mallorca haga estas reflexiones, pues se supone que a él, en último término, corresponde dictar las instrucciones que sean necesarias en materia litúrgica en las parroquias de la diócesis. Es por esto que no se alcanza a comprender muy bien de qué se queja el señor obispo.

El asunto de que “muchas cosas se hacen en castellano” es, directamente, una inexactitud, si no una mentira, pues él sabe muy bien que las celebraciones eucarísticas en castellano son minoritarias en las iglesias mallorquinas. Ya no digamos en la Part Forana, donde hay localidades donde directamente jamás se usa.

También resulta chocante que sea monseñor Taltavull quien vierte críticas de forma innecesaria sobre la Iglesia de Mallorca, pues sus predecesores no lo merecen. Es muy injusto acusarles tácitamente de haber favorecido el uso de la lengua castellana en los templos católicos de la isla; y, además, no encaja con el perfil de otros obispos que ocuparon su cátedra antes que él, como Teodor Úbeda, Jesús Murgui y Javier Salinas.

Nunca se ha percibido que la lengua sea un motivo de queja o de incomodidad por parte de los fieles y mucho menos por parte de los presbíteros y diáconos que ejercen su ministerio en Mallorca, subordinados de Sebastià Taltavull. Por tanto, no se comprende este ejercicio de incomprensible e injustificada locuacidad.

La Iglesia de Mallorca tiene, como a monseñor Taltavull no se le escapa, muchos problemas y muy graves, como para abrir nuevos e insospechados frentes. Aunque quizás sea precisamente por ello, por lo que introduce uno nuevo, tan sensible y delicado, como es el lingüístico.

Pero no procede que el obispo narre supuestos episodios donde ha sido increpado por fieles, por usar el catalán en celebraciones litúrgicas, algo que cuesta creer y que, en cualquier caso, no pasaría de mera anécdota. Quizás lo mejor sería que él mismo haga un ejercicio de reflexión y meditación sincera, de esos que él acostumbra a recomendar a su mies, y analice por qué le suceden tales incidentes a él, cuando no consta que nada parecido les suceda al resto del clero y menos aún a los anteriores jerarcas de la diócesis de Mallorca.