Me aseguran que durante los últimos días el director general del Ib-Salut, Josep Pomar, está tan nervioso que sus reacciones han sido desmesuradas ante varios incidentes que se han producido en el ámbito del Ib-Salut. Afirman, quienes lo han vivido en primera persona, que Pomar ha llegado, incluso, a “perder los papeles”. Y no sólo eso sino que se atribuye victorias que no ha ganado ni de lejos. La cosa está tan crispada, pero tanto, que cuentan que ante cualquier noticia que no le deja, ni a él ni a muchos de los dirigentes sanitarios de las Islas, en buen lugar, especialmente si tiene algo que ver con Son Espases, salta de forma inmediata y, junto a sus fontaneros, trata de parar, a como dé lugar, cualquier historia que le perjudique, y después atribuirse los méritos por haber sido capaz de evitar que se propague, algo que, por cierto, me recuerda a otros, que actúan de la misma manera. Insisten quienes han formado parte de alguna de estas historias, que esa calma de la que ha hecho gala de cara a la galería, esa tranquilidad que asegura tener y de la que hace gala allá por donde va, es una mera fachada, tal y como ha quedado demostrado en los últimos días.
