El mallorquín Lorenzo

A pesar de sus esfuerzos, Jorge Lorenzo no ha conseguido el subcampeonato de MotoGP. Yo me alegro. Y no porque quiera su derrota, sino porque soy Rossista desde el minuto -1. Sin embargo, hay muchos mallorquines que se alegran de la derrota de Lorenzo porque les cae mal. Yo me pregunto por qué.

Muchos isleños no consideran a Lorenzo como paradigma de “Lo nostro” cuando es un ejemplo de sacrificio –ha corrido lesionado muchas ocasiones-, de esfuerzo –pilotar una moto a 300 es muy duro- y de aguante ante una situación familiar muy difícil de llevar. Es un chico creado a sí mismo que desde muy niño se privó de su infancia para conseguir su sueño: ser un campeón de motociclismo.

¿Qué es un chulo? Yo respondo con otra pregunta ¿Cuántos chicos de su edad con la décima parte de su éxito no se creen ser los reyes del firmamento? Es verdad que Giorgio ha desprendido, incluso ya desde renacuajo, esta imagen, aunque convendréis conmigo que últimamente la ha suavizado mucho. Las declaraciones que realiza ante los medios de comunicación son muy ponderadas, sus quejas ante los compañeros suelen estar muy motivadas y ha llevado a cabo campañas a favor de proyectos sociales.

Todo lo descrito anteriormente no basta. El mallorquín Jorge Lorenzo (sí, mallorquín) no es un producto comercial. Sus recepciones ante las autoridades no congregan a más de medio centenar de aficionados y las noticias que le conciernen tienen poca audiencia. Es todo lo contrario a Rafel Nadal, cuando, si los comparamos, vemos que tampoco hay tanta diferencia entre ellos.

El lastre de apariencia de soberbio y engreído le persigue. Cometió errores que no le son perdonados. Cuando recibió de manos de Jaume Matas la bandera de les Illes Balears para que la mostrara en sus victorias, afirmó ante los medios de comunicación que después de este acto se sentía “más mallorquín”. Eso, amigo Jorge, es lo que no se debe hacer.

Aun así, si no gana Rossi, quiero que gane Lorenzo.