El Real Mallorca no sale del túnel. Aunque se divisa la luz a lo lejos, no consigue acercarse a la misma. Tenía una buena oportunidad esta semana para tranquilizar momentáneamente las aguas, visitando Anduva, el campo del colista Mirandés. Un colista para respirar. Ni con esas.
Aunque el Mallorca tuvo más tiempo el balón en su poder, volvió a carecer de creatividad en la zona final del campo. Demasiadas imprecisiones en los enganches con la delantera, que tampoco supieron encontrar su sitio en ningún momento del partido.
Volvió Aouate a la portería y se sentó Miño para intentar cambiar las sensaciones. Hizo lo mismo Agus en el equipo titular. Ninguno de los dos desentonó en su retorno a la titularidad, pero el equipo no cambió su paupérrima imagen. Es cierto que el de Anduva es un campo pequeño. Muy pequeño y que eso dificulta el juego cuando una intenta imponer una mayor calidad frente a un mayor juego físico, pero ni con esas.
El Mirandés supo interpretar su papel a la perfección y aprovecho las opciones que el centro del campo y la defensa mallorquinista le ofrecían para intentar acercarse a la portería bermellona, aunque también demostraron el porqué de su posición en la clasificación.
Un minuto tras otro el partido se consumía y aunque el caos se instaló en la recta final y podía haber llegado un gol en alguna de las ocasiones creadas, el Mirandés se hizo fuerte y consiguió mantener el marcador igual que antes de jugar el partido.
un punto que al Mallorca y a Oltra no le sirven de nada. Siguen fuera de la zona de promoción de ascenso y se acorta la distancia con el descenso.
Las horas están contadas.