Los últimos siete minutos de partido fueron vibrantes, el Mallorca se volcó sobre el área del Córdoba pero no hubo milagro y otro empate deja al equipo muy mal parado.
Una jornada más, Sergi Barjuan sorprendía a los mallorquinista con una alineación que dejaba en el banquillo de los suplentes a los dos jugadores que quizá se pueda pensar de ellos que tienen más capacidad goleadora que otros, casos de Brandon y Lekic. Por conra, salían en el once titular Pol Roigé y Salomao, junto con Lago Junior en punta. Y fue el costamarfileño el que dio una alegría a los suyos.
Hacía mucho tiempo que el Real Mallorca no empezaba un partido de manera tan favorable y en la primera jugada enlazada, en el minuto 2, precisamente Lago Junior adelantaba al equipo bermellón en el marcador estableciendo el 1-0 que rompía con una mala racha realizadora y que hacia presagiar una buena tarde.
Pero nada más lejos de la realidad si nos atenemos a que este Mallorca es muy poco fiable, tanto que no se fía ni de sí mismo. Nada mas marcar, cedió el balón al Córdoba, una medida errónea donde las haya porque de esta manera, encerrándose atrás para salir a la contra, nada te garantiza el exito.
A los veinte minutos y tras varias llegadas peligrosas, el Córdoba lograba el empate por mediación de Pedro Ríos. El 1-1 dejaba frío al equipo de Sergi Barjuan y también a la grada, que en un número considerable de 10.869 espectadores, mostraba más indiferencia que otra cosa.
Así se llegó al descanso, con un empate iincierto, justo por los méritos contraídos por ambos equipos, y muy insuficiente para los intereses mallorquinistas.
En la reanudación, el Mallorca no salió a intentar morder, el Córdoba con Pedro Ríos y Javi Lara se bastaba para llevar la manija del equipo ante un Mallorca inofensivo, que quiere pero o no puede o no da para más aunque quiera.
El centro del campo bermellón con Sasa Zdjelar y Vallejo no crea, y a medida que avanzaba la segunda parte, se hacía obligado buscar cambios en el equipo.
Finalmente, el técnico catalán del Mallorca decidió los cambios y Angeliño y Moutinho entraron en el terreno de juego sustituyendo a Pol Roigé y Salomao, es decir, decidió cambiar las dos bandas.
Pero mediada la segunda parte el Mallorca no encontraba la manera de llegar y era el Córdoba el que, tras cambiar a un cansado Pedro Ríos, empezaba a merodear con peligro la portería de Santamaría con acciones que empezaron a poner los primeros silbidos desde la grada de Son Moix.
La reacción inmediata fue preparar la entrada al campo de Lekic. La capacidad rematadora por alto del serbio era la última bala que le quedaba a Sergi que da entrada al delantero por el argentino Culio, muy cansado.
De cualquier manera, a medida que el partido avanzaba, los temores de los jugadores del Mallorca ya empezaron a hacer mella, jugadas sin alma, errores en los controles, pases malos y ausencia absoluta de remate, confirman que el equipo no está para nada. El miedo atenazó al equipo y así es imposible dar un paso al frente porque nadie se atreve a tomar decisiones sobre el terreno de juego.
Los milagros no existen, y quizá por eso el remate de Yuste se fue a corner y a la salida del mismo tampoco Lago Junior tuvo puntería. Fue un pequeño momento de inflexión, la afición se vino ariba como si pudiera rematar y a base de saques de esquina había quien soñaba a cinco minutos del final cuando Lekic, solo volvía a fallar.
El carrusel de saques de esquina parecía no tener fin pero el remate a gol no llegaba. El Córdoba, embotellado atrás, defendía su empate como si fuera oro ante el acoso mallorquinista.
Siete minutos de locura con saques de esquina, faltas laterales y el portero cordobesista Kieszek convertido en estrella dejaron el partido en el definitivo empate a uno que al Mallorca no le sirve para nada.
La bronca contra el palco ya no fue novedad, pues se ha convertido en un componente más de cada final de partido en Son Moix.