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El lumbreras de Pablo Casado dixit (2)

Por Miquel Pascual Aguiló
viernes 10 de diciembre de 2021, 02:00h

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Como dijo Javier Pérez Royo, jurista y catedrático de Derecho Constitucional, sobre Pablo Casado el 20 de enero del año 2020 en el programa Al Rojo Vivo, presentado por Antonio García Ferreras: "Es un analfabeto, jurídicamente es un analfabeto, ese señor no sabe ni una palabra".

Cada día que pasa es más que evidente que es el “Pinocho” de la política española es un analfabeto integral. Este es el resultado de dar cargos de importancia a gente inculta y sin formación política y con formación universitaria de más que dudosa obtención. Parece que el P.P. tiene decidido elegir a sus cargos por su alto cinismo, su capacidad para mentir sin ningún sonrojo y capaces de embaucar a los incautos (como los antiguos charlatanes de feria) como única cualidad y formación.

Una de las premisas que con mayor rigor debe seguir la prensa de calidad es la separación entre información y opinión. El periódico tiene que dar las claves necesarias para que el lector distinga si lo que lee es el relato de unos hechos o la opinión que de los mismos tiene la persona que escribe (en el presente caso los artículos que yo escribo se editan claramente bajo el epígrafe “OPINIÓN”), aunque haya algún lector que o bien no sabe lo que quiere decir opinión, o no saben distinguir entre información y opinión o simplemente están acostumbrados a que se mezclen sibilinamente las dos cosas o bien las tres cosa juntas y más. La separación entre información y opinión es más necesaria que nunca. Se puede y debe opinar sobre la realidad, pero no se puede enmascarar la realidad con opiniones.

Sorprende en este sentido que no todos los lectores creen que esta práctica sea necesaria y que uno de cada tres españoles (políticamente escorados a la derecha y ultraderecha) apruebe que los medios mezclen información y opinión en los temas políticos. Este dato lo reveló un estudio realizado en Andalucía, País Vasco, Madrid y Catalunya por cuatro universidades de esas comunidades, publicado bajo el título “La ética informativa vista por los ciudadanos (UOC, 2010)”. Juan Carlos Pérez de Mendiguren, de la Universidad del País Vasco; Doctor en Economía por la UPV-EHU y Master en Desarrollo Económico por la Universidad de East Anglia (Reino Unido) , coautor del libro, advirtió que “a menudo se cuestiona que la noticia, cualquier noticia, pueda ser neutral y carente de carga de opinión o de subjetividad” y señaló que esto a pesar que la mayoría de códigos deontológicos de los periódicos “recogen en sus articulados la obligatoriedad de la distinción”.

Comprendo que a algunas personas les sea difícil distinguir entre dos asuntos o conceptos similares, es una cuestión de grado que no resulta fácil. También soy consciente que no todas las personas pueden captar las distinciones sutiles entre palabras o ideas cercanas. Así sucede con la información y la opinión. Ambos son elementos indispensables en cualquier forma de democracia (entendida esta de manera amplia, como el mando de las mayorías) pero que se refieren a cosas diversas.

La Real Academia Española define periodismo como “Actividad profesional que consiste en la obtención, tratamiento, interpretación y difusión de informaciones a través de cualquier medio escrito, oral, visual o gráfico”.

Definición en la entra tanto la información como la opinión.

Las opiniones son hijas de las preferencias personales que cada cual. No importa si se vierten en una mesa de café, en un tweet o en las páginas de un periódico, es opinión y no información, por tanto, cualquier opinión es altamente subjetiva y refleja los deseos, conocimientos, inquietudes, en base a las cuales se manifiesta uno a favor o en contra de un estado de cosas. No debe suceder lo mismo con la información, dado que esta debe ser verificable. No es tan difícil entenderlo. ¿Capisci?

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