Nota de aviso: lo que se dice en este artículo sólo sirve en caso que nuestra especie sobreviva al próximo cambio climático previsto.
La llegada del hombre a la Luna fue sin duda un gran salto para la humanidad para quien haya querido entender la transcendencia del hito: para que la especie humana sobreviva es indispensable su salida de la Tierra.
En sus más de 4500 millones de años de vida, nuestro planeta ha pasado por estadios de lo más variado. No hay espacio aquí para hablar de eso, pero a modo de resumen diremos que podemos dar por sentado que nuestro satélite es un pedazo de la Tierra arrancado violentamente en una fase inicial, así como que durante miles de años toda la masa terrestre estaba agrupada en una sola pieza llamada Pangea. Y también sabemos que, como el planeta ha pasado por diferentes estadios, hubo un momento en que el nivel del mar era tan bajo debido al enfriamiento global, que se podía ir caminando de Mallorca a Menorca, y que por el contrario también se sucedieron estadios de calentamiento en los que Mallorca era poco más que la Serra de Tramuntana y el Puig de Randa (simplificando).
Por lo tanto, y siendo conscientes del movimiento de las placas, del progresivo calentamiento global y de las potenciales amenazas interiores y exteriores, quien piense que el estado del planeta Tierra va ser el mismo eternamente es que le falta o mucha información o siete tornillos. La configuración terrestre, marítima y atmosférica cambiará imprevisiblemente, y con ello la social, generando principalmente formidables fenómenos migratorios. Eso, si un aumento de la temperatura global u otro colapso no nos ha aniquilado antes.
Además, según estudios bastante fundamentados, en unos millones de años nos asemejaremos a los extraterrestres estereotipados: nuestra cabeza será mucho mayor para albergar un cráneo de mayores dimensiones y capacidad intelectual, tendemos unos ojos grandísimos, y en nuestro cuerpo poco pelo se verá.
Nada es eterno. El cuerpo celeste en el que estamos, como tal, tiene una fecha de caducidad marcada. Habrá un día en que el Sol, dentro de unos 5.000 millones de años, habrá consumido todo su combustible interior. Al no ser una estrella masiva, no se convertirá en un agujero negro sino que empezará una gran expansión como gigante roja que la llevará a engullir todo lo que se encuentre hasta llegar más o menos ‘a la altura’ de Marte, para luego volver a disminuir y quedarse en una enana blanca muchísimos más años. Es decir, en el proceso se comerá la Tierra frita.
Así pues, con las cartas sobre la mesa, y sabiendo que en unas decenas de miles de años este mundo será irreconocible a nuestros ojos ¿Alguien cree que tienen mucho sentido las luchas nacionalistas o patrióticas? Las lenguas habrán seguido una evolución seguramente tendente a una uniformización mundial, las razas puras estarán solo en ‘los libros’, la idiosincrasia de cada lugar estará aniquilada, los espacios cambiados fruto de la tectónica de placas y demás movimientos geológicos, y la cocina, danzas y demás muestras nacionales probablemente no estarán ni en formato fósil. Y por supuesto, la idea Estado-nación, que para algunos es el único motivo de su existencia, estará completamente superado.
Puede que a ojos de hoy esto dé mucha tristeza, y cueste asumir que todo aquello que nos gusta, valoramos, y defendemos, va a desaparecer tarde o temprano, pero así será, nos pongamos como nos pongamos.