El capitán maravillas
jueves 05 de junio de 2014, 23:49h
Siempre me he preguntado por qué mis padres no alcanzaron el consenso que me evitara llevar a cuestas un nombre compuesto, del que me sonrojo al pronunciarlo con tono de culebrón venezolano y que trato de ocultar, hasta reducido a la inicial, para que nadie me confunda. Con esos antecedentes, me parece insufrible para Leonor anteponer las iniciales del Servicio Aéreo de Rescate a su nombre de pila y complementarlo con el de todos los Santos. Vaya cruz para la heredera real más joven de la Europa, una vez su padre suceda a su abuelo y se confirme el relevo generacional en la Corona, pero no la única… Nació un día de lluvia, como aquel otro en que sus padres se casaron, bajo la atenta mirada de Javier Montemayor, quien capitaneó la realización para TVE de la Boda Real. Pocos tildaron de maravillosa aquella producción, testimonio gráfico de un matrimonio que llegó escondido entre los platós de Torrespaña, pero que no se libró de la crítica incluso antes de que Pedro Erquicia les uniera en una cena, a la que también asistieron Juan Abelló, Emilio Martínez Lázaro, Luis Mariñas y Fermín Bocos. Debieron pasar justo tres años desde ese jueves, en el que Sadam Hussein renovaba su cargo por otro septenio entre tambores de guerra, para que la heredera del heredero abriera los ojos en la clínica Ruber. No es de extrañar que con ese tirano al frente de la República de Irak, la Infanta de España tenga difícil entender que haya quien asimile democracia con una determinada jefatura del Estado, sin tener en cuenta quien la ocupa. Tampoco sorprende que se pregunte qué motivos esconden quienes pretenden comparar las recientes elecciones europeas con las municipales del 12 de abril de 1931, cuando su bisabuelo se exilió a Roma, porque se alejó de sus paisanos a golpe de dictadura y dictablanda y quien ahora aún reina nos devolvió la democracia. Serán sus ocho inocentes años, pero su cabeza no alcanza tampoco a comprender cómo se puede responsabilizar a la monarquía de la situación que han generado únicamente los políticos elegidos y se ha originado en países con tradición republicana, ni quién es el siniestro que rehúsa la democracia representativa cuando la II República llegó de la mano de la Guardia Civil y la burguesía, mientras Alcalá Zamora o Azaña sólo fueron elegidos por diputados con oscuros intereses, más políticos que ciudadanos. Para acabar de confundirla, sale la tía-abuela Henar con una soflama amoratada en su twitter de menos de 3.000 seguidores y al son del Coronel Riego lo convierten en noticia los periódicos que silenciaron sus querellas por alzamiento de bienes, las millonarias deudas de su tienda en Cangas o el que fuera capaz de vender las fotos de la primera boda de la princesa Letizia por seiscientos mil euros, como reconoció en su fecha. No envidio al que proclamaremos como Felipe VI, entre ruido de cacerolas, ni a la que deberá templar los nervios como consorte y reina, pero todavía siento más consideración y afecto por quien ya ha renunciado a ser niña, aprendiendo a respetar el paso de la bandera que representa el país para el que ha consagrado su padre la vida. Un sacrificio que no sabemos si llegará a verse recompensado en la sucesora , al menos, con una pareja escogida por amor y cuya consagración mereció el trabajo del ‘capitán maravillas’.