El cántaro irrompible

Pues no, el cántaro no se rompe siempre por muchas veces que vaya a la fuente. El Mallorca, en su peor partido fuera de casa, mantuvo nuevamente su portería a cero y no por la defensa numantina que acumula méritos y bate récords, sino por la ingenuidad del Tenerife de Martí que le dominó de principio a fin pero no supo transformar ni una sola de las cinco oportunidades que tuvo, aparte del penalti de Yuste sobre Lozano que el árbitro le escamoteó a los veintitrés minutos. No fue, como preveía Fernando Vázquez, un duelo por la posesión del balón, que siempre anduvo en poder de los chicharreros en cualquier fase del partido y en todas las zonas del campo. Más bien un frontón en cuya pared se estrellaron las oleadas de ataque locales aunque fuera Brandon quien, en la única ocasión visitante, justo antes del minuto 95 y en la última jugada del partido, se adelantara en demasía el cuero ante la salida vencida y desesperada de Dani Hernández.

No lo hubieran merecido los bermellones, pero tampoco se hicieron acreedores a la derrota en Vallecas y se la tuvieron que tragar. Es cuestión de comenzar a analizar alguna evidencia, porque si la plantilla mallorquinista reúne al mejor centro del campo de la categoría, no es normal que pierda su control con tanta facilidad y que, con el fiasco de sus delanteros por descontado, haya que fiarlo todo a la contundencia defensiva o a la muralla de diez jugadores en campo propio para sacar pecho de aquello que aconseja no perder cuando no puedes ganar.

Curiosamente los resultados comienzan a ser favorables, cuando el equipo juega peor. Cosas del fútbol y de la segunda división.

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