Cada vez que tenemos unas elecciones a la vuelta de la esquina nos salta algún nuevo partido político como si fuera una seta, lo que a veces es un níscalo y otras un bolet de tinta, es decir, un hongo sin valor culinario. En esta ocasión, nos encontramos con la fusión de Actua Balears con Vox, y quedamos a la espera de ver cuál será su programa electoral, aunque lo presumamos: corridas de toros a todas horas en la tele pública, bandera rojigualda ondeando en todos los edificios públicos y, sobre todo, promoción del mallorquín hablando español.
Porque, como es sabido, la lengua y la identidad nacional es el eje vertebral no sólo ya del discurso de ambas entidades, sino la esencia de su existencia. Y de lengua e idiomas todo el mundo opina. No nos atreveríamos a decirle a un cirujano cómo tiene que extirpar un apéndice, ni dibujarle a un ingeniero la distribución de los pilares de un puente, pero de fútbol, derecho y filología todo el mundo es doctorado cum laude. Así pues, voy a decir la mía al respecto.
Me llama la atención que la aseveración de que el mallorquín no es catalán provenga de las mismas personas que afirman que “con el catalán no se va a ningún sitio y que en cambio el español lo hablan mil millones de personas”. Vamos a ver. ¿El mallorquín no es catalán porque los catalanes dicen “got” y los mallorquines “tassó”, y cuando nos vamos a Barcelona e intentamos hablar en mallorquín no nos entienden? ¿Es así no?
Vale, muy bien. Les pregunto a los los “antinacionalistas” -que lo son porque han viajado mucho-, si han pillado algo de una conversación cerrada entre dos andaluces, o si han sido capaces de entender un diálogo entre un par de mexicanos. Apostaría a que no. Pero a pesar de que sea muuuuy difícil entender la jerga andaluza o el hablar mexicano, no se nos pasaría por la cabeza decir que no hablan español, no sea cosa se rompa nuestro argumento de que el español es una lengua universal hablada en todo el mundo (que lo es) y que el catalán es casi un dialecto.
Estaría bien un poco de coherencia: si el andaluz, mexicano, venezolano o argentino son español, el mallorquín es catalán. Porque, lo que es bien seguro, es que las diferencias entre el hablar de Mallorca y el de cada comarca catalana como mínimo iguales que el de Cádiz y el de Salamanca.
Creo que lo que duele, y determina la controversia en realidad, es el nombre de la lengua. Si en vez de “català” se llamara por otro nombre que no ligara tan directamente el idioma con Catalunya ya no habría polémica. Si el nombre oficial fuera “mallorquín”, “balear” o “patata frita” (me da igual) y en Catalunya se hablara “mallorquín”, “balear” o “patata frita” se habría acabado la discusión; al menos en Mallorca.