La detención en Palma de un sospechoso de llevar a cabo actuaciones de captación de individuos para unirse al grupo terrorista Daesh, también conocido como Estado Islámico, ha causado una profunda conmoción hasta el punto de que la delegada del Gobierno en Balears, Teresa Palmer, se ha visto obligada a hacer una apelación a la calma. En efecto, no se trata de algo común en nuestra comunidad. Y aunque en España las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado llevan a cabo un buen número de detenciones de islamistas que han entrado en un proceso de radicalización, desde que en septiembre de 2011 fuera detenido un cubano residente en Cala Rajada que se unió a Al Qaeda, no se había vuelto a tener noticia de algo parecido.
Hay que felicitar, por tanto, al Ministerio del Interior por la detección y neutralización de un elemento que suponía una amenaza directa para la seguridad ciudadana. En España, al contrario de lo que sucede en otros países que no viene al caso recordar, los servicios de información trabajan eficazmente y llevan a cabo una labor preventiva para evitar no sólo que los terroristas actúen, sino que caigan en el radicalismo yihadista y se alisten en el Daesh u otros grupos similares. Eso no significa que nuestro país tenga inmunidad, porque tal cosa es imposible, pero sí hay que congratularse de que las Fuerzas de Seguridad sean tan eficientes, con lo que se consigue anular riesgos y muy posiblemente también salvar vidas.