Efemérides

MARC GONZÁLEZ. Se cumplen esta semana dos efemérides que han marcado en gran medida el devenir de la humanidad. Ayer, 5 de junio, se cumplían 46 años del inicio de la llamada Guerra de los seis días, en la que el Tsahal, es decir, el ejército del hasta entonces pequeño y amenazado estado de Israel acabó con la bravuconería y las amenazas de sus vecinos egipcios, sirios y jordanos debidamente alentados y manejados por la Unión Soviética -como ahora sucede con Siria por parte de Rusia, algunas cosas no cambian nunca-, lo que difícilmente podía preverse que se convirtiera, como a la postre realmente ha sido, en un giro copernicano a la situación geopolítica del mundo entero.

Israel respondió a las continuas amenazas de los árabes, que habían apostado en su frontera siete divisiones con 100.000 hombres y 1.000 tanques. Sólo la anticipación podía salvar el entonces joven estado, y así fue. En un ataque masivo a las bases aéreas de Egipto -la llamada Operación Foco- y en días sucesivos a Siria y Jordania, en menos de una semana, Israel destruyó la mayor parte de las fuerzas aéreas de sus vecinos y neutralizó las amenazas. Egipto, que al inicio de la jornada del día 5 contaba con 420 aviones de combate, llegó al ocaso con sólo 134, mientras que Israel sólo perdió 19 y prácticamente revirtió esa superioridad aérea para siempre.

Siria -comandada por el padre de su actual sátrapa- entró en guerra engañada por Egipto, que seguía diciendo en todos los medios de comunicación que sus tropas estaban derrotando a los judíos y que la entrada en Jerusalén era inminente. Como sabemos bien los occidentales, estos mienten hasta cuando les perjudica.

Así fue como un pequeño estado nacido de las cenizas del antisemitismo europeo consiguió convertirse en nuestra primera línea de combate contra el poder de la dictadura soviética y el delirio del panarabismo que seguimos padeciendo con trágicas consecuencias. Me pregunto qué hubiera sucedido si los generales israelíes no hubieran tenido la clarividencia de asestar ese primer golpe al enemigo.

Por otra parte, hoy, día 6 de junio, conmemoramos el 69 aniversario del día D por antonomasia, el desembarco aliado de Normandía. Para los europeos de mi generación parece como si este hecho fuera una consecuencia lógica y previsible de aquella guerra, pero nada más lejos de la realidad. Estados Unidos, cuya opinión pública consideraba el conflicto como un asunto europeo, sacrificó la vida de lo mejor de su juventud regando con su sangre los campos de medio continente. Sin el vínculo indestructible de la Gran Bretaña con su ex colonia nada de esto hubiera sido posible, y probablemente hoy estaríamos andando por la calle al paso de la oca cantando el Die Fahne Hoch.

Fueron las conservadoras democracias anglosajonas las que derrotaron a Hitler y a lo que representaba el nazismo. Sí, ya sé que el pueblo ruso pagó como ningún otro el precio de la guerra, pero lo cierto es que previamente el comunismo había pactado con la Alemania nazi el reparto de Europa y que sólo la locura del führer atacando a los soviéticos provocó que éstos se unieran a los aliados. Conviene no olvidar nada de todo esto, porque con crisis o sin ella, el bienestar de occidente es hijo de su posición en los conflictos armados.

 

 

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