Se hace difícil opinar de otra cosa estos días. La mente y el corazón están con los valencianos. La consternación va en aumento al ir conociendo nueva información sobre las consecuencias de la riada en la Comunidad Valenciana y alrededores.
Lo que está ocurriendo en la zona es bien conocido por todos. Ahora toca ayudar a las víctimas y más delante se deberán depurar responsabilidades, pero estoy convencido de que esta crisis va a ser el Prestige de Pedro Sánchez. Nuestro presidente se ha escapado de muchas y siempre sale indemne pero la cadena de malas decisiones, antes y después de la tragedia, le va a costar el cargo en el nuevo proceso electoral que, por otro lado, creo que va a adelantarse.
Al presidente valenciano también le tocará dar muchas explicaciones.
La gente está indignada con la falta de ayuda humanitaria y con que no se permitiera que el ejército (la UME) entrara enseguida. También con la falta de sensibilidad en algunas declaraciones y decisiones de responsables políticos, tanto autonómicos como estatales.
Cadenas de voluntarios recorriendo kilómetros, pertrechados de mochilas y bolsas con víveres y agua para los damnificados es lo más bonito dentro de lo trágico. Lo peor, junto a la gestión pública del desastre, son los saqueadores de viviendas y comercios aprovechando el caos para robar e incluso, ocupar viviendas o quedarse con vehículos arrastrados por el agua.
La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, no ha tardado en culpar al cambio climático del desastre, obviando todas las riadas que ha habido en la zona desde finales del siglo XIX. A lo que ella se está refiriendo, para justificar las políticas verdes de la Agenda 2030, es que el ser humano (sobre todo va por los ganaderos y agricultores), es el causante del calentamiento global, ahora llamado de manera interesada “cambio climático” para dar acogida no solo a fenómenos relacionados con el calor. Precisamente los agricultores de “la huerta de España” son quienes han visto perdida toda la cosecha con estas inundaciones.
Pero es que ni Von der Leyen se cree lo que dice. Si fuera por el cambio climático y los fenómenos naturales que van a venir con más vehemencia que nunca, lo lógico sería montar infraestructuras que contengan las riadas y minimizaran sus efectos negativos ¿no? Pues no. Desde la propia Unión Europea nos dicen que en lugar de crear pantanos que contengan el agua de las mortíferas riadas, hay que destruirlos. Y España es alumno aventajado en acatar este tipo de directrices.
En España se han destruido más de 500 pantanos, azudes y presas en los últimos 20 años. La razón es devolver la naturalidad de los ríos. Según cifras del proyecto europeo Dam Removal, en 2021, España lideró la retirada de este tipo de “obstáculos”, como dicen, con 108 demoliciones, casi la mitad del total en Europa. El gobierno de Chimo Puig se han eliminado más de 30.
Como digo, además de esas malas decisiones estructurales por ideología woke comentadas, estos días en Valencia ha matado más gente la cadena de imprudencias y malas decisiones del gobierno central y autonómico, que el cambio climático. Ambos se culpan mutuamente, pero estamos ante una catástrofe nacional y el gobierno central no puede excusarse en que han enviado los efectivos que le pedían.
Recordemos brevemente cuándo se avisó del peligro a la población y se les dejó sin posibilidades de reacción. En concreto, se dio la alarma, pasadas las 20h, cuando las riadas ya estaban bajando por las calles. Muchos vieron antes el agua en sus pies que el mensaje del móvil.
Siguiendo información de Francesc Mauri, meteorólogo de TV3, en la sala de emergencias de Protección Civil, con datos que están en Internet al acceso de todos, se pudo constatar que la Conferencia Hidrográfica del Júcar recogió en la Rambla de Poyo un caudal de100 m3 por segundo a las 17:10h. A las 17:30 (tan solo veinte minutos más tarde) bajaban 1.000 m3/seg.
Para hacernos una idea, el Ebro lleva un día normal entre 300 y 400 m3 de agua por segundo. A las 18:30h se había doblado el caudal a 2.000 m3/seg. En una hora se había duplicado y esa información la conocían, pero nadie dio el aviso. Según el meteorólogo de TV3, un caudal de 2.000 m3 por segundo es un tsunami que viene desde el interior del país. Representa 6 veces el caudal habitual del Ebro.
Era suficiente motivo como para pararlo todo y hacer soltar la alarma. Si a esa hora (18:30h) se hubieran evacuado las zonas y cortado el tráfico de las carreteras se hubieran salvado muchas vidas. Pero no, se hizo una hora y media más tarde, imposibilitando la puesta a salvo de vecinos y conductores.
Para mayor inri, está teniendo lugar en Valencia, donde existe un histórico de décadas y siglos de experiencia de riadas, mucho antes del cambio climático que predica Von der Leyen. Según la ministra de defensa Margarita Robles, hacía 5.000 años que no se producían. Debe referirse al diluvio universal del arca de Noé, olvidando las de los años 1982, 1957, 1949, 1897, 1870, 1864, 1860, 1845 etc. Se pueden contabilizar hasta 26 riadas en Valencia desde que hay registros, siendo la primera de la que se tiene constancia en el año 1321.
Personalmente, era muy pequeño cuando ocurrió, pero recuerdo la riada provocada por la rotura del pantano de Tous el 20 de octubre de 1982. La coincidencia en fechas y zona con el desastre de estos días refuerza que es un fenómeno recurrente y fácilmente predecible. En aquél entonces, la presa cedió y se vino abajo tras las fuertes lluvias, otro argumento a favor de que las presas salvan vidas, siempre que aguanten.
Por tanto, ante la mayor virulencia de los futuros fenómenos climáticos, hay que construir más, no destruir. Con ello, no solo se salvarán vidas, sino que también generarán electricidad no contaminante y se dará un mejor aprovechamiento del agua para los cultivos durante épocas secas y para consumo humano.
Una muestra de que el hombre debe crear infraestructuras para controlar el agua es aquella obra del Gobierno de Franco que desvió el cauce del Turia a su paso por Valencia y ha evitado su desborde. Hoy, todo el mundo coincide en que si Valencia no está peor y no hay más vidas que lamentar es por esa intervención del hombre sobre la naturaleza.
Esa costosa obra tuvo lugar tras los nefastos efectos de la riada del 14 de octubre (¡vuelven a coincidir las fechas!) de 1957.
Si han llegado hasta aquí habrá visto un patrón que, modelizado, puede salvar vidas en el futuro.
Si se dan los siguientes elementos: lluvias, Valencia, mes de octubre y caudales superiore a 400 metros cúbicos por segundo, corran. Incluso si falla el primer elemento y en su localidad no llueve y el agua viene de más arriba, corran.
Y, sobre todo, no hagan caso a los políticos. Han demostrado ser ineficientes en la gestión del riesgo. Su mala gestión ha causado muchas muertes. Es duro decirlo, pero es así.
Cuando confluyan esos elementos, tomen sus mascotas, evacúen sus casas, suban a lo más alto y no circulen. Y si ha sido falsa alarma, ya tendrán algo que recordar. Mejor pasarse que no llegar.
Aprovechen la blockchain y déjenlo programado en un contrato inteligente con un oráculo que absorba información de Internet sobre el caudal del río y la ubicación. La huella del tiempo ya la lleva incorporada y el mes de octubre debe señalarse en rojo. Si se dan las condiciones recibirá automáticamente un aviso en el teléfono móvil. Si hace falta que suenen las alarmas. La blockhain no les fallará y nadie podrá alterar los datos. Háganlo hoy mismo.
Una gestión descentralizada de las emergencias evitará la ineptitud de intermediarios no confiables que toman decisiones erróneas o simplemente no las tomas, echando la culpa al otro y politizando la catástrofe.
Mi más sentido pésame a las familias de los damnificados del este de España. Espero que paguen los responsables.