Disney congelado
jueves 12 de febrero de 2015, 10:56h
Crecí creyendo a pies juntillas que el cadáver de Walt Disney había sido congelado -crionizado, diríamos ahora- para ser resucitado en el futuro cuando la ciencia hubiera avanzado tanto que permitiera su vuelta la mundo de los vivos para ser curado del cáncer que lo mató. Probablemente abundó en la verosimilitud infantil de esta creencia el hecho de que una de las primeras películas que recuerdo haber visto en el Cine Moderno de Santa Catalina fue "El abuelo congelado" (1969) del irrepetible Louis de Funès.
De muy adulto, descubrí que el mito era absolutamente falso y que Disney fue incinerado al fallecer. Menudo chasco y qué desilusión.
Walt Elias Disney fue un personaje controvertido y genial, que no ocultó jamás su aversión a los sindicatos y el comunismo, aunque él mismo llegara a ser investigado como sospechoso durante la caza de brujas de la guerra fría.
El imperio Disney es hoy en día la mayor empresa de entretenimiento del mundo y, obviamente, se rige por criterios de mercado, pura y simplemente.
Estos días en que ciertamente se examina con lupa todo aquello que provenga del entorno del fenómeno Podemos, se ha recuperado una intervención, en la televisión venezolana, de Juan Carlos Monedero, allá por el 2008. En ella, el adjunto a Pablo Iglesias examinaba con todo lujo de detalles los mensajes subliminales promonárquicos, antiiraníes, antiislamistas y anticomunistas que supuestamente se esconden en las cintas de Disney, ante la cara de disimulada estupefacción de la presentadora de Venezolana de Televisión, Tania Díaz, que será bolivariana, pero no gilipollas de nacimiento.
La pieza no tiene desperdicio y acredita una notable empanada mental en el doctor Monedero, que llega a mezclar la operación Tormenta del Desierto de principios de 1991 contra la invasión iraquí de Kuwait, con el rechazo al régimen iraní del Ayatolá Jomeini, que había fallecido en 1989 y que, curiosamente, mantuvo una guerra con su vecino iraquí de 8 años que finalizó en 1988. La enemistad árabe-persa es secular, algo sabido por cualquiera al que interese conocer los entresijos de esa zona geoestratégica.
Pues bien, Monedero veía claramente a Jomeini en el león malo del largometraje El Rey León, sin duda una maniobra artera de Disney -fallecido en 1966- para que los niños que vieran la película -estrenada en Estados Unidos en junio de 1994 y en España a finales de ese año- odiaran al Ayatolá Ruhollah Jomeini -fallecido en 1989-, todo ello con ocasión de la primera Guerra del Golfo (1990-1991). El estímulo del odio con efectos retroactivos sobre un personaje político fallecido no me parece una gran inversión de los servicios de inteligencia, la verdad.
Pero la cosa no paraba ahí. El Rey León, según Monedero, es toda una loa de la monarquía y los valores despóticos inherentes a semejante institución, algo que entraña una cierta dificultad de encaje si tenemos en cuenta que dicha producción proviene de un país como los Estados Unidos de América, cuyo sentimiento monárquico es de todos conocido.
También fue objeto de análisis el garfio del capitán ídem, por su similitud a una hoz (coño, como todos los garfios) que, superpuesta en una escena a la espada de Peter Pan, se asemejaba vagamente a la simbología comunista. Según el madrileño, cuando los niños retenían en su subconsciente este fotograma, automáticamente pensaban en Nikita Kruschev y rechazaban la dictadura del proletariado de la URSS. Sin embargo, la ciencia conspirativa no ha podido determinar con exactitud si la psique infantil de cada niño retenía la hoz (el garfio de Garfio) o el martillo (la espada de Pan). Ello explicaría, sin duda, que entre nosotros haya habido tanto bolchevique desde el estreno en 1953 de la película de Disney, pues en lugar de identificar el comunismo con el malo de Garfio -como teoriza el profesor Monedero-, los niños rojillos lo casaban con la imagen juvenil y rebelde de Pan y al facha de Disney le salía el tiro por la culata. Qué cosas.
Excuso continuar con las teorías que enumera el podemita en el vídeo de marras. Véanlo y juzguen. Ni siquiera es atribuible al ron venezolano, de cuya calidad puedo dar testimonio.
De todas formas, Monedero sí ha conseguido, al menos, que me pregunte si Blancanieves no estará representando a Mata Hari o a Mesalina, pues los escabecha de siete en siete, o si Baloo no será en realidad Leonidas Breznev enfundado en su abrigo siberiano y, sobre todo, si en realidad Buzz Lightyear no fuese un trasunto de José Antonio Primo de Rivera con alitas.
Monedero y un servidor nacimos en el mismo mes, somos, pues, quintos. Por ello, no descarten en absoluto que nadie le haya contado todavía que el bueno de Walt no está en la nevera, como él y yo creíamos.