Varios medios nos recordaron este lunes que cada 13 de abril se celebra el Día Internacional del Beso. Para serles sincero, ayer al levantarme ni siquiera me acordaba de que existiera un día así. Será que llevo ya demasiados años viviendo solo. Como el tema me interesaba, tanto a nivel teórico como sobre todo práctico, creo que leí prácticamente todos los artículos y reportajes que se publicaron este lunes sobre la cuestión. En uno de esos textos incluso se daban las claves para besar bien. Fue el que más me interesó. Cuanto más iba leyendo, más ganas me daban de decir en voz alta, como el gran Sócrates, «sólo sé que no sé nada».
Desconocía, por ejemplo, que en un beso participan un mínimo de 34 músculos faciales y 134 músculos de otras partes del cuerpo. No sé qué me sorprendió más, si el número de músculos que tenemos en la cara o el hecho de que se puedan activar más de un centenar en otros rincones más o menos ocultos. No sabía tampoco, igualmente, que los habitantes de la antigua Roma distinguían entre tres tipos de beso, el «osculum», en la mano o en la mejilla; el «basium», en los labios, y el «savium», apasionado y profundo. En cambio, sí me acordaba —a nivel teórico— de que los besos suelen reforzar nuestro sistema inmunológico, o al menos así era hasta hace unas pocas semanas.
Ahora los expertos nos dicen que es mejor no besarse, ni siquiera al modo esquimal, del mismo modo que también nos recomiendan no darnos la mano ni abrazarnos. Para evitar posibles desfallecimientos personales en ese sentido, quizás sea mejor no ver estos días demasiadas películas románticas ni escuchar canciones de amor que puedan incitarnos directamente al pecado o como mínimo a una multa, como «Bésame mucho» o «Sabor a mí». Por ahora, aún nos queda el pequeño consuelo de podernos besar en la distancia, con un beso al aire acompañado con la palma de la mano, a través de una videollamada de nuestro teléfono móvil o con un pequeño 'emoji' del whatsapp.
Los besos físicos seguro que podremos darlos ya dentro de no mucho tiempo. Serán como aquellos de que hablaba la gran compositora y cantante Conchita en su hermoso tema «Un beso redondo», compuesto hace ya algunos años. «Tengo guardados desde ya hace un tiempo, por si los necesitas, miles de besos que he ido escondiendo. Ahora sólo me queda soltarlos. Mira, atento que vienen de golpe. Verás que son enormes, miles de besos ya van corriendo y no van a dejar ni un solo hueco», cantaba Conchita, susurrándonos también que esos besos tendrían, además, poderes mágicos: «Y una vez que te tocan ya sólo pueden quedarse. Y una vez que te tocan ya sólo pueden curarte». Ojalá todos podamos recibir besos así, o al menos muy parecidos, mucho más pronto que tarde.