Nadie, árbitro incluido, supo mantener la calma en La Romareda. Un Zaragoza horrible y muy afortunado, que ya entró nervioso al partido, remontó un resultado adverso en dos acciones a balón parado que el Mallorca defendió mal empezando por el portero. Los de Vázquez perdieron la calma cuando tenían el partido controlado y empezaron a conceder faltas innecesarias que, además de la derrota, empeoraron el futuro con expulsiones absurdas de Aveldaño y Yuste, este en el banquillo por lesión, que complican mucho las cosas de cara al partido del próximo domingo con la visita de Osasuna a Son Moix.
Vázquez, que ya había sorprendido con la ausencia de Brandon en la convocatoria, repitió genialidad al alinear a Pereira y Arana en perjuicio de Lago Jr y Salomao, que venían jugando últimamente. Con Colunga y Ortuño arriba, volvió al 4-4-2 que no le ha dado resultado, pese a que los de Carreras, con cinco en el centro del campo, nunca mostraron más superioridad que la numérica y, salvo en una oportunidad de Sergio Gil, no se acercaron con peligro al área visitante. Luego, ya con diez sobre el terreno de juego, los bermellones tiraron de épica, metieron al anfitrión en su propia área para defender su mínima ventaja y Arana, bajo palos, tuvo la ocasión de empatar. Las tablas habrían reflejado mejor lo sucedido en el campo, donde uno no pudo y el otro no quiso.
Pero, pese a las condiciones que predeterminan y alejan la posibilidad del descenso, la recta final del campeonato no admite experimentos como los que el técnico gallego realiza desde el banquillo. Tener que recurrir a Kassim después de haberle ignorado al punto de anteponer a Company de defensa central, es un síntoma de incoherencia, como lo ha sido defenestrar al joven de Santany, para explotar a jugadores de vuelta. Demasiados vaivenes innecesarios, más allá de que puntualmente y en la capital de Aragón apareciera un colegiado con menos temple que los propios jugadores de ambos bandos.