TOMÀS IBARZ. Lo de las visitas de los trabajadores de Orizonia a los políticos (Govern, oposición, Ministerio, etc.) viene a ser como el que va al psicólogo. El terapeuta te da unas pautas, te acompaña, te escucha, te ve llorar, y te consuela o te empuja. Lo mismo. Reconozco que me da un poco de rabia leer y escuchar cómo en esta crisis "orizónica" los hay que machacan a los políticos por no haber estado atentos o por no haber resuelto la situación. Pero, ¿qué narices podían y pueden hacer?. Es un problema laboral y empresarial, y que en las islas causará mil dramas y en marzo inflará en mil personas los datos del paro. Sí, son mil dramas pero ni Antich lo hubiera hecho mejor que Bauzá, ni Cañellas, ni Matas, ni el que venga. El tema es otro.
Estos años de dura crisis están marcando algunas pautas de comportamiento empresarial. Seguramente, las estadísticas confirmarán este argumento. En estos tiempos se desploman las empresas o corporaciones que están sobredimensionadas. Las compañías hinchadas de estructura y que, tras ver la crisis a sus pies han dejado subir el agua hasta que les ha sobrepasado la cabeza.
Y usted me dirá que reducir la dimensión de una empresa es mandar a la gente al paro. Sí. A alguna gente. Pero a toda, y ya llegarán mejores momentos. En Orizonia, varios grupos de agencias inversoras -a los que nadie conoce la cara- les iba bien invertir en los negocios que sabiamente les vendía Miguel Fluxà. Una gran inversión, un gran activo, un gran sector. Y con ese activo, a especular, a utilizarlo, a hincharlo y a recoger y desviar a otros campos los beneficios.
Es lo que tienen los jefes que no tienen cara reconocible. Que seguramente estarán pinchando otras ruedas de su Rolls Royce y hay que inyectarles aire de donde hay. Claro, hasta que donde había (Orizonia), se ha quedado seco. Y de seguir invirtiendo, nada de nada. 5.000, o 4.000 o 3.500 a la calle. Me da lástima que ni siquiera saben quien les despide. Pregunten sino cómo lo llevan los trabajadores y directivos del departamento de RRHH de Orizonia. Dramático.
Quiero ir a parar a la comparación. En otros grupos turísticos cuyos máximos accionistas tienen cara y nobre y apellidos, las cosas no se hacen así. Barceló, Escarrer y otros del estilo, ante una situación crítica, plantearían otras soluciones. Y más, en su tierra. Es cuestión de compromiso más allá del dinero, que también.
Dicho lo dicho, sólo le pido una cosa a esta semana: que los trabajadores de Orizonia cobren la nómina de febrero. Fluxà no se hubiera largado sin pagar.