La crisis económica que padecemos es algo más, mucho más que una consecuencia de la burbuja inmobiliaria. Es evidente que la padecen muchos países de nuestro entorno que no han tenido exceso de oferta de inmuebles, precios desorbitados, valoraciones por encima del valor real, endeudamiento de promotores y compradores que no han podido hacer frente a su responsabilidades cuando se ha desmoronado el mercado laboral, el tejido empresarial y los bancos han restringido el flujo financiero. Pero también está constatado que España padece, además de la crisis general, la derivada de la burbuja inmobiliaria. Las estadísticas del paro reflejan claramente el alto porcentaje de desempleo proveniente de la construcción. Por todo eso hubo analistas económicos - muy pocos, la verdad- que vaticinaron hace dos años que no superaríamos la crisis hasta el 2014 o el 2015. Estaban en lo cierto. Nos lo ha venido a confirmar Borja Mateo con su análisis nada complaciente sobre el mercado inmobiliario. Y con estos datos y con las incógnitas de futuro inmediato, el potencial comprador de una vivienda o local debe de estar sumido en el más absoluto desconcierto. Porque a ver qué hace: acude al promotor a los precios actuales, intenta ir directamente al catálogo de ofertas que tienen los bancos, espera cuatro cinco años por si bajan los precios, teniendo en cuenta que el precio del dinero está empezando a subir… Y también hay que tener en cuenta a quienes compraron como inversión y ahora no pueden ni afrontar los préstamos y tampoco quieren vender por debajo del precio de mercado que tuvieron que pagar cuando hicieron la operación. Desconcierto. Probablemente el intento de solución a este complejo problema que afecta a empresarios, inversores, entidades financieras y ciudadanos corrientes y molientes tenga que ser afrontado desde una perspectiva de Estado con amplio consenso político, económico y social. Mejor hacer algo positivo que seguir demonizando a promotores, bancos y especuladores. Que fue un error histórico ya lo sabemos, pero eso no resuelve la situación. De la crisis se saldrá antes, mantienen los analistas menos complacientes, si se aclara este gran problema inmobiliario.
