La ejecutiva del PSOE nacional nos ofreció una primera versión de qué es la democracia interna: los militantes de ese partido pudieron elegir, en unas primarias, a Rubalcaba como candidato. Lo único reseñable es que no había alternativa, pero es que nadie se quiso presentar. Incluso la ministra de Defensa, libremente, entendió que no debía presentarse. En Baleares, la ejecutiva socialista ha tomado una decisión por el estilo: los militantes podrán votar quién será el candidato o los candidatos para las elecciones de noviembre. Si la dirección está de acuerdo, se ratifican; si no, se cambian por los que la dirección propone. Es decir que los votantes en las primarias tienen el derecho a decir lo mismo que la dirección, so pena de hacer el ridículo. Nada como ser demócrata.
