La entrevista al Conseller de Model Econòmic, Turisme i Treball Iago Negueruela publicada este domingo por mallorcadiario.com ha resultado clarificadora en un aspecto esencial: tras el COVID-19 el Govern trabaja para mejorar y renovar el sector turístico. En otras palabras, las miras del ejecutivo autonómico están puestas en el turismo, pero no en la transformación de la economía balear. Se pretende que el turismo siga siendo el motor económico de Baleares. La palabra “diversificación” hacia otros sectores productivos no se lee en ninguna de las respuestas dadas por el gallego.
Llevamos más de veinte años escuchando el mantra de que se tiene que apostar por un turismo desestacionalizado y de calidad y no por el modelo del todo incluido, y lo que se ha hecho es trabajar en la creación de actividad alternativa al sol y playa pero sin eliminar el anterior modelo. Llevamos tantos años con esta inercia, que los sucesivos governs se han puesto la soga al cuello al no querer darse cuenta de que estaban en misa y repicando.
Ahora nos encontramos con una realidad que obstaculiza cualquier decisión que se pueda tomar de cara a un cambio productivo en Baleares: hay demasiadas bocas que alimentar. El modelo implantado es el de “todo y mucho”, y ello ha sido un reclamo para quien estaba en búsqueda de trabajo. Ahora, habiendo tenido durante muchos años un elevado índice de inmigrantes que recalaron en la hostelería y la construcción, resulta que cambiar el modelo productivo implica que muchos ciudadanos -inmigrantes y oriundos- se apeen del tren del empleo. Y claro, a ver qué político se arriesga a ello, porque tiene la “obligación moral” de procurar pleno empleo.
En su momento, a quienes dijeron que Mallorca era un espacio de recursos limitados y que se tenía que poner un poco de orden poblacional se les tachó de racistas y xenófobos. Ahora vemos como no haber sido más ordenados hace quince años lastra cualquier iniciativa en búsqueda de un modelo económico diversificado, sostenible y de actividad cualificada.
