Decálogo del buen inversor

Invertir puede parecernos que es para especialistas, pero está al alcance de la mano de cualquiera siempre que se haga con coherencia, método y conocimientos. Aquí van diez pautas que no podemos obviar.

1.- Definir los objetivos de la inversión, que deben ir correlacionados con objetivos vitales. Ayudará a acertar en la elección saber si la inversión es para la jubilación, comprar un coche, tener un colchón para imprevistos o hacer la vuelta al mundo dentro de cinco años. Ello nos guiará para establecer los parámetros de liquidez, rentabilidad, temporalidad y riesgo.

2.- Invertir en productos que se conozcan y se entiendan. Huir de productos estructurados, acciones de empresas con negocios que cuestan de entender, consejos del banco sobre productos nuevos que no se pueden contrastar, en definitiva de todo aquello que nos cuesta analizar y estar cómodos.

3.- Adaptarse a la psicología propia y a la tolerancia al riesgo. Cada persona es diferente y se siente bien a su manera. Nos vestimos o escogemos un coche en función de nuestra manera de ser, gustos y preferencias. Del mismo modo debemos operar con nuestras inversiones, escoger aquellas adecuadas y con un riesgo asumible a nuestro perfil.

4.- Diversificar para disminuir el riesgo. Diversificar en activos, mercados, divisas, productos y entidades. La diversificación no es para aumentar la rentabilidad es para que si algo falla (riesgos hay muchos) tenga un impacto pequeño en nuestra cartera.

5.- Estudiar la selección de productos. Analizar sus gestores, rendimientos pasados (un  buen rendimiento pasado no garantiza un buen rendimiento futuro, pero un mal rendimiento pasado casi garantiza un mal rendimiento futuro), volatilidad y comisiones. Chequear que son apropiados a los objetivos marcados y al perfil propio.

6.- Controlar la fiscalidad y las comisiones. Son los máximos ladrones de nuestros ahorros. Escoger aquellas entidades con comisiones menores y aquellos productos que favorezcan nuestra fiscalidad.

7.- No fiarse de lo que dicen los expertos, bancos, medios de comunicación y gurús. Ellos tienen unos intereses y unas realidades que seguramente no coinciden con las nuestras.

8.- Plantear cosas sencillas, suelen ser las mejores.

9.-Llevar un control periódico, para adaptarse a las nuevas circunstancias, el cambio de objetivos, corregir posibles errores o simplemente re balancear la cartera si algún activo ha aumentado o disminuido mucho en relación a la ponderación marcada.

10.- Formarse. El conocimiento aumentará nuestra capacidad de escoger y acertar, y especialmente nos ayudará a prever riesgos y malas operaciones.

Como muchas cosas en la vida lo mejor es probar con experiencias propias y aprender de aciertos y errores. El mayor error es quedarse parado sin hacer nada: un producto inadecuado, altas comisiones, los impuestos y la inflación nos van a ir erosionando nuestros ahorros.

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