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¡Debo ser idiota! (Casi seguro)

Por Jaume Santacana
miércoles 23 de agosto de 2023, 06:00h

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La severa afirmación que contiene el título de este interesante artículo que tienen ustedes delante de sus narices no es fruto de mi imaginación; ¡ojalá lo fuera! No. Se trata de una conclusión cerrada que mi cerebelo me ha soplado al oído en un momento de éxtasis supracerebral. No estoy acostumbrado a este tipo de reacciones y, por lo tanto, decidido, me he plantado en el consultorio de un célebre psicólogo alemán que reside en una pequeña población de la comarca de La Noguera, Alós de Balaguer allá por los páramos salvajes de la tundra de la provincia de Lleida (Lerida para los diputados de la Meseta). El afamado y renombrado doctor de llama Ernst Shneiderhann.

Le conté, con los máximos detalles lo que me estaba sucediendo: “mire usted, eminencia, voy a cumplir mis primeros setenta y tres años el próximo noviembre, si Dios quiere. Mi lengua materna (y paterna y fraternal y compañeril y social y comunicativa y mediática) es el catalán, idioma que practico desde mi más tierna infancia, allá por los años cincuenta. No pude desarrollar ningún tipo de inmersión lingüística en mi lengua porque un señor del Ferrol, en Galicia, me lo impidió. Obtuve una licenciatura en Historia del Arte en la Facultad de Letras en la primera promoción de la Universidad Autónoma de Barcelona, en el precioso claustro del Monasterio de Sant Cugat del Vallés.

El señor del Ferrol nos impidió a los catalanes estudiar, leer, bailar, cantar y jurar en nuestra propio idioma, primo hermano de las otras lenguas de procedencia románica. Más tarde, otro señor, que fue ministro del señor del Ferrol, don Manuel Fraga Iribarne, fundó un partido cuyo recorrido ha llegado hasta nuestros días; se llamó, primero, AP (Alianza Popular) y luego su nombre se transmutó en PP (Partido Popular). Actualmente —cuando escribo este papel (bueno, papel virtual)— el citado partido de ámbito estatal acaba de ganar, por los pelos, la última contienda electoral celebrada en España el pasado día 23 de julio del 2023, en plena canícula estival. Previamente, en unos anteriores comicios municipales y autonómicos, el PP arrasó en varias Comunidades Autónomas y en miles de pueblosy ciudades. Ganó, sí, pero se vio obligado a pactar con otro partido (VOX, de obediencia a la ultraderecha rancia y retrógrada) para poder gobernar. Y así sucedió”.

El celebérrimo doctor me preguntó: “oiga, ¿y qué?”, a lo que yo di puntada con hilo y le solté: “señor doctor: en la actualidad, en uno de estos gobiernos forzados a la coalición entre la derecha y la más a la derecha, el de Valencia, ponen sobre la mesa una cuestión (que no debería ser polémica por la pura tontería que conlleva su enunciado) referente a su lengua “vernácula” (tal como la llamaban, peyorativamente, los amigos del señor de Ferrol. Dicen los políticos de la tierra de la paella y las Fallas —por meter ahí un topicazo de padre y muy señor mío— que “el valenciano y el catalán son dos lenguas distintas” (sic). Después de repetivos estudios científicos de la Academia de la Lengua de Valencia y de otras tantas resoluciones del Tribunal Constitucionales rechazando dicha mandanga psicodélica, ahora resulta que vuelve a la palestra tamaño dislate.

O sea, que un servidor se ha pasado cantidad de décadas disfrutando de la amistad de compañeros valencianos y miles de horas trabajando con ellos y, consecuentemente, hablando y escribiendonos mutuamente para darnos cuenta, ahora, de que no entendíamos ni papa de todo lo que se decía o se leía. Ya lo titulaba al principio: ¡debo ser idiota!.

A mi, particularmente, me suda todo que la denominación de este idioma sea catalán o valenciano; me da lo mismo que lo mismo me da. Lo que no es de recibo es no querer entender que la lengua es común a los dos territorios y que este idioma (se llame como se llame) es el mismo. Mi respeto por el catalán de Valencia es exactamente recíproco que el que sienten mis amigos valencianos por el valenciano de Catalunya.

¿Que les parecería a los miembros de estos dos partidos que lo que hablan, el idioma con el que se expresan los habitantes de Perú, lo llamaran “peruano” en lugar de español?. Y los de Colombia, “colombiano”? Y Bolivia, Chile, Argentina, Venezuela, Honduras, etc.?

Advierto que en las Baleares se pueda producir un fenómeno sobrenatural como el que estoy planteando en Valencia. Resulta que he estado trabajando tres años en Mallorca —en un medio de comunicación tal como una televisión— y no me enterado de lo que valía un peine... De hecho, yo ya notaba, durante este lapso de tiempo, que no daba pie con bola cuando me hablaban o cuando me escribían; lo que pasa es que aunque yo pensara que me hablaban en “suahili”, tengo una inteligencia sobrada y reaccionaba como si me enterara de todo”.

El doctor Schneider, muy correcto, me dio su minuta (1247 €), pagué religiosamente sus honorarios y nos despedimos. No me recetó nada (na de na; ni las gracias).

¡Que Dios nos ampare!

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