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De Loretta a Puigdemont

miércoles 15 de mayo de 2024, 05:00h

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- ¿De qué sirve defender su derecho a parir si no puede parir?

- ¡Es un símbolo de nuestra lucha contra la opresión!

- Es un símbolo de su lucha contra la realidad. (La vida de Brian, 1979).

Al igual que Stan quería ser llamada Loretta solo porque deseaba traer hijos al mundo pese a carecer de matriz, Carles Puigdemont continúa su particular lucha contra la realidad y reclama, tras haber perdido las elecciones, encabezar un nuevo govern de la Generalitat de corte soberanista, pese al estrepitoso fracaso que los indepes catalanes cosecharon el domingo pasado.

El problema para Puigdemont es que el PSC no es el PSIB, es decir, una sumisa sucursal de Ferraz sin personalidad, sino un partido asociado al PSOE con el que, en el resto de España, acostumbramos a confundirlo.

La posibilidad real de que Salvador Illa ceda la presidencia al de Amer para resucitar el procés y asegurar la estabilidad de Pedro Sánchez en Madrid es, pues, remota.

De hecho, los excelentes resultados de los socialistas catalanes, con siete diputados de ventaja sobre Junts x Cat, sumados a los del PP y Vox, constituyen objetivamente una mala noticia para el presidente del Gobierno, puesto que el score final de estas elecciones desestabiliza la intrincada arquitectura de sus apoyos en el Congreso, e impide argumentar la necesidad de ceder ante los nacionalistas como mal menor. Si a ello unimos la grave crisis que vive ERC -al menos, Aragonès ha sido coherente- y el retorno al puesto de mando de su archienemigo, Junqueras, el cóctel está servido.

Haga lo que haga el PSC, Sánchez queda en una situación muy difícil. Si Illa consigue el apoyo en el Parlament de los republicanos -cosa, en este momento, nada clara-, además de los de la filial de Sumar, Puigdemont dejará caer el gobierno central tan pronto como tenga asegurada su impunidad.

Si el PSC, en cambio, opta por conformar un ejecutivo con JxCat -con Puigdemont fuera, si es fiel a su palabra-, será ERC la que, tarde o temprano, deje de apoyar a Sánchez.

Y, si Illa convenciera a los partidos constitucionalistas para que propiciaran su investidura -y Vox no lo hará en ningún caso-, quienes dejarían al presidente en la estacada sería el conjunto de los independentistas.

La única salida para Sánchez -sumamente arriesgada en todo caso- es la repetición electoral.

Puigdemont, de profesión periodista, acostumbrado a orbitar en la fantasía de su república, sigue sin entender ni digerir lo que ha pasado, haciendo bueno aquel adagio que reza “no dejes que la realidad te estropee un buen titular”. Sánchez, en cambio, lo ha entendido perfectamente.

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