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Cuidar la estabilidad matrimonial

Por Agustín Buades
domingo 21 de mayo de 2017, 01:00h

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Hay que constatar que las Islas Baleares es la ccaa que más aumentado la tasa de nupcialidad (matrimonios por cada 1000 habitantes) sólo precedida por Navarra. Según los datos publicados por el INE y que adjuntamos a continuación:

Estamos pues ante una generación de jóvenes que sigue queriendo casarse y tener hijos, pero que a menudo retrasa ambas decisiones debido a la falta de confianza en su capacidad para establecer relaciones duraderas y al miedo al divorcio.

Algunos de los factores que ponen en jaque la unidad matrimonial son el ambiente divorcista contemporáneo, la falta de espíritu de sacrificio y el silencio de los esposos infelices que no se asesoran con personas que podrían ayudarles. En nuestro mundo es necesaria una educación profundamente humana y cristiana para el matrimonio, desde tempranas edades.

La mayoría de las parejas con las que hablamos aspiran al matrimonio, o al menos a lo que ellos tienen en mente que es el matrimonio, principalmente: amor, fidelidad, estabilidad y felicidad. Esto es coherente con las estadísticas que se publican sobre la familia y el matrimonio que declaran que es ‘muy importante’ o ‘una de las cosas más importantes’ en su vida

¿Son más felices las sociedades que aceptan el fracaso matrimonial, la ruptura del compromiso, como una opción normal frente a las dificultades que puedan surgir en el ámbito de la vida matrimonial? A tenor de los estudios sociológicos, parece que no. Algo está fallando y los problemas no se arreglan al disolverse la familia.

La estabilidad conyugal es precursora de la generación y el sólido desarrollo de nuevas vidas así como creadora de vínculos basados en el cariño filial que son los más potentes lazos de solidaridad y comprensión interpersonal que conoce la humanidad y que contribuyen a fomentar el respeto hacia los que piensan diferente.

Hablamos, por tanto, de la educación en valores, cuyo principal núcleo de actuación reside en la familia y en su estabilidad. El individuo que se ha educado en un entorno afectivo estable está en condiciones de transmitir capacidad de disciplina en el cumplimiento de las normas legales y sociales y estabilidad emocional al resto de la sociedad.

El marco legal en todos sus ámbitos de actuación debe ser especialmente activo para apoyar aquello que conviene a la sociedad. Y para esto es de particular significación la estabilidad matrimonial, por tanto, debe promoverla y apoyarla en su propio beneficio y la sociedad civil demandarlo a los poderes públicos.

En el contexto internacional, la familia se ha convertido en uno de las instituciones para las que se demanda una mayor atención por parte de las sociedades del Primer Mundo. No sólo porque se trata de la más valorada desde el punto de vista sociológico, sino porque los datos no son esperanzadores y de ello depende el futuro. Los estudios que se han ido realizando en todo el mundo muestran de forma unánime que la superación de la crisis de natalidad, de las dificultades para conciliar el trabajo con la vida familiar y del déficit educativo está directamente relacionada con la estabilidad familiar que se deriva de un compromiso firme por parte de los padres.

Entiendo que la sociedad necesita apoyar a los jóvenes para formar familias basadas en un matrimonio estable generador de nuevas vidas. Por lo tanto, hay que formarlos en la cultura del compromiso y el amor y, a su vez, establecer el marco legislativo necesario para que, actuando libremente, los nuevos cónyuges puedan encontrar, si lo desean, cauces de ayuda a la estabilidad matrimonial.


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