Pasado el sainete de la segunda moción de censura fallida presentada por VOX, que sólo ha servido para insuflar oxígeno a Sánchez y a su Gobierno Frankenstein, donde la figura de la vicepresidenta comunista Yolanda Díaz adquiere más protagonismo cada día, no estaría mal que nuestros políticos se dedicaran a resolver los verdaderos problemas de la gente, que pasan básicamente por una inflación que lo encarece todo, la falta de vivienda a precios asequibles para la clase media o una sanidad al borde del colapso en su Atención Primaria y con insufribles listas de espera. En definitiva, asuntos que condicionan el día a día de los ciudadanos y para los que nuestros dirigentes no parecen tener solución.
Lo más triste es que ni siquiera tienen opinión, porque de nada de esto se ha hablado durante el desarrollo de una moción pegamento para un Gobierno que llegaba a la cita renqueante. Más ha parecido una moción a la credibilidad de la oposición como verdadera alternativa de gobierno y aquí, tanto VOX como el PP salen cuestionados, sobre todo los primeros, aunque tampoco hay certezas de que lo ocurrido cambie la tendencia que venían marcando todas las encuestas para la cita electoral del 28M.
Escuchando hablar a Pedro Sánchez, uno diría que España es la envidia del mundo, porque somos los más listos, los más avanzados en igualdad, los que más crecemos económicamente, los que más avances sociales conseguimos, los que mejor educación y sanidad tenemos, los que mejor tratamos a nuestros pensionistas, los que menos dificultades tenemos para llegar a final de mes, los que más satisfechos estamos con la diligencia de la administración… Vamos, que nuestro país es el ejemplo del éxito frente a otros países que están mucho peor y, por supuesto, el responsable máximo de esta situación es el presidente del Gobierno, cual César romano.
La torpeza política de VOX le ha permitido a Sánchez exhibirse en otro nuevo capítulo de ‘Aló Presidente’, con un discurso maratoniano, lleno de eslóganes y frases hechas, a mayor gloria de su figura. Y de paso, remarcar la estrategia que la izquierda utilizará durante las próximas semanas para evitar la pérdida de poder autonómico y municipal: alentar el voto del miedo a lo que ellos denominan ultraderecha y unir cualquier posibilidad de triunfo del PP al apoyo de VOX. En definitiva, una vuelta de tuerca más a la polarización que padece nuestra política en los últimos años.
El gran problema de la política actual es el cortoplacismo de nuestros políticos, incapaces de salirse del guión, levantar la vista más allá de la próxima cita electoral y ser capaces de planificar a 20 o 30 años vista, un futuro que puede parecer lejano pero que no lo es tanto. Esa ausencia de medidas de largo alcance, que se anticipe a los problemas que nos vendrán y sirvan para varias generaciones es lo que padecemos en Mallorca, por ejemplo, con la movilidad en Palma y sus alrededores. Mientras el parque automovilístico se ha ampliado en un 25% en los últimos 20 años, superando el millón de vehículos, seguimos moviéndonos por la misma vía conectora de hace más de 30 años.
Lo mismo ocurre con los accesos a los polígonos industriales, donde su tamaño y actividad también se ha multiplicado exponencialmente en las últimas décadas, convirtiéndose en puntos de saturación de vehículos. O la zona de colegios en la barriada de La Vileta, donde conviven varios centros escolares de gran tamaño en apenas un kilómetro a la redonda. Gobernar es adoptar medidas para mejor las condiciones del administrado en el presente, pero también ser capaz de planificar el futuro a medio y largo plazo.
Frente al gallinero en el que se ha convertido la política actual, los ciudadanos reclamamos política y políticos de Estado, capaces de superar trincheras y, sobre todo, que sepan gestionar los cuantiosos recursos públicos que aportamos vía impuestos para hacer algo productivo. Porque todo lo que no se haga hoy, multiplicará los problemas para el mañana. Es hora de reivindicar la política de gestión, frente a la política de propaganda.
