Los mercados nacional y francés son las grandes sorpresas de la temporada.
Si bien la conselleria de Turisme ya funcionaba con la previsión de un importante repunte de visitantes españoles, la Encuesta de Ocupación Hotelera del Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondiente al mes de julio ha puesto de manifiesto que Baleares ya recibe más visitantes nacionales que antes de la pandemia. Concretamente, un 15,5 por ciento por encima del verano de 2019.
Por su parte, la Federación Hotelera de Mallorca resaltaba recientemente la importancia de dichos mercados frente a los preeminentes, Alemania y Reino Unido, que mantienen el flujo de turistas hacia Mallorca aunque no con la intensidad inicialmente prevista. Según los hoteleros, los mercados nacional y galo sí han expermientado incrementos importantes respecto a años anteriores, consolidando una tendencia de interés creciente por disfrutar de sus vacaciones en la isla.
No cabe duda que existe un factor coyuntural detrás de estos cambios: los viajeros buscan destinos cercanos a causa de la Covid. Cuanto más lejos se desplace uno, más complicado se convierte el regreso en un hipotético revés sanitario. Por no hablar de la calidad de la atención hospitalaria que ofrecen las islas frente a otros competidores, como Marruecos o Túnez.
Además, las conexiones marítimas entre el sur de Francia y Alcúdia y los enlaces entre la península y Baleares también han favorecido el descubrimiento (o redescubrimiento) de nuestras islas a visitantes que, tradicionalmente, habían optado por otros lugares a los que no se puede viajar en ferry y con coche propio.
Ahora, pues, lo que toca es consolidar y fidelizar a ambos emisores. Sería un error interpretarlos -especialmente al español- como un flotador para esta temporada y olvidarnos de ellos una vez superada la crisis. El potencial del mercado nacional va mucho más allá de los viajes de estudiantes y el Imserso, y las cifras de este verano lo están demostrando.
Ambos mercados, por cercanía, pueden convertirse en grandes emisores de turistas 'last minute' y de escapadas de fin de semana, un modelo distinto al tradicional pero que cada vez gana más fuerza y que tiene en las nuevas tecnologías su gran trampolín. Una buena manera, en definitiva, de estirar la temporada y dinamizar la economía de todos.
