La desaparición del Consorcio para el Fomento de la lengua Catalana (Cofuc) es, sin ninguna duda, una buena noticia para todos los que han padecido la ingerencia de lo que muchos han denominado “comisarios lingüísticos”, porque bajo tal denominación se escondían los más radicales de la lengua, los que obligaban a modificar palabras de uso común en las Islas por otras que resultaban ajenas. La Obra Cultural Balear, como siempre, “lamenta su desaparición” porque era “una herramienta muy positiva para la organización y realización de cursos de catalán para adultos”, una tarea que, todos sabemos muy bien, no era la única, sino que sus ramificaciones se extendían mucho más allá, como la radio y la televisión autonómica y la gran mayoría de los departamentos del Govern. Por eso, eliminar un organismo que consume numerosos recursos económicos, cuando sus funciones puede asumirlas perfectamente el Instituto de Estudios Baleáricos, me parece una buena medida y debe mantenerse pese a la gran pataleta que nos espera de los de siempre, que será monumental cuando la OCB se quede sin subvenciones, entonces sí que habrá que estar preparados para la gran tormenta lingüística.
