Comparaciones odiosas

Carlos González pudo ser el dueño del Mallorca si Mateu Alemany no hubiera dado un paso atrás días antes de la firma y pese a las recomendaciones de Florentino Pérez. Como de lo que se trataba era de disponer de un club de fútbol por encima de sentimientos y pasiones, acabó comprando las acciones del Córdoba de donde ahora le quieren echar a gorrazos. Es lo que podemos colegir del movimiento de un seguidor andaluz, Manu Yagüe en las redes sociales, quien solicita firmas para pedir la salida inmediata del Nuevo Arcangel de los que el firmante llama el “clan de los González”.

Las comparaciones, a veces odiosas, son ilustrativas. La Federació de Penyes del club decano balear no solo no piden la salida de Maheta Molango y sus jefes, sino que pretenden inducir al resto de aficionados a acudir al campo para sostener en pié lo poco que se conserva desde el paso de “atila” Claassen seguido de Robert Sarver “and friends” a los que no quisieron en Glasgow, en Getafe y aún menos en Valencia, donde fueron precisamente los abonados del Levante quienes, a través de su Fundación, vetaron la operación que había cerrado el presidente. Aquí elevaron a los altares al alemán, tras manifestarse en su contra y vitorearon a “Mr. Marshall” sin hacer preguntas.

Definitivamente y cerramos capítulo por ahora, el apoyo a una sociedad deportiva no se centra en plegarse a los deseos y designios de sus gestores o propietarios, mucho menos desde su reconversión en sociedades anónimas deportivas. Sin la afición no son nadie y sus títulos de propiedad no sirven para nada con el campo vacío. Al contrario de las actuaciones registradas en la ciudad de Averroes o en la valenciana barriada de Orriols, los representantes de una parte no muy amplia del mallorquinismo entiende su amor bermellón justamente al revés, desoyendo el sabio refrán que dice: “quien bien te quiere, te hará llorar”.