Acabo de ver el partido entre el Getafe y el Real Madrid, espero que sea un poco más tarde para el Atlético-Barcelona y dios mediante cerraré la jornada con el Betis-Valencia, como es preceptivo. Comprenderán las pocas ganas que tengo de escribir una sola línea de la apasionante confrontación programada en no sé qué lugar de Zaragoza entre el Ebro y el Mallorca. Dicha pereza me recuerda los años en que cubría desde el Lluis Sitjar la información de Supergarcía, un proceso que se iniciaba el lunes precedente cuando Almudena, la secretaria de José María García en Antena 3 de Radio, en cuyo décimo aniversario fui nombrado miembro fundador, rellenaba una cuadrícula con cada uno de las conexiones previstas, los narradores asignados, el árbitro y el horario. Llegado el jueves sonaba infalible el teléfono a cuyo extremo el bueno de Pepín Cabrales, un antiguo palmero de Lola Flores derivado en asistente personal del periodista, anunciaba ceremonioso: “Alejandro, “er” domingo Mallorca-Zabadel (Sabadell), duelo en la cumbre. A las “sinco” de la tarde, hora lorquiana”. El ritual se repetía cada semana siempre y cuando el visitante fuera algún equipo de mayor postín (Real Madrid, Barça, Atlético,...)que convocaba a los capitanes de la tropa: Rosetti, que en paz descanse, Soria o Ares. Y si, ahora mismo estamos en un rango parecido de contrincantes aunque, lamentablemente, no en primera división.
Así que, disculpen, les pido un poco de comprensión. Permítanme esquivar el compromiso. No sé ni quiero saber nada del anfitrión aragonés en cuestión. Puestos a condenarme al aburrimiento y el sopor matinal de la categoría, casi le veo más interés, llámenle morbo, al Atletico Baleares-Badalona de Son Malferit, este campo ahora federativo donde por aquellos irrecuperables tiempos jugaba el Soledad y puede que el Joyerías Calvo. ¿Si?.
