Black Cat, una de las discotecas históricas de la noche mallorquina, y punto de encuentro obligado para la comunidad gay, ha echado el cierre definitivo. El cierre esta vez no ha sido a causa de la crisis, o al menos no ha sido el principal y único motivo, sino que según parece, los propietarios del local no han querido renovar el alquiler al actual contratista, ni tan solo renegociarlo.
Dadas las circunstancias que han obligado al cierre de la discoteca, no se descarta que se pueda abrir la discoteca en una nueva ubicación, aunque de momento no dejan de ser rumores.