Catalina Martorell o un largo camino de ida y vuelta

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Esta semana nos desplazamos a la comarca del Raiguer, para conocer a una artista que inició su andadura artística hace unos veinte años y desde entonces su objetivo es aprender, analizar, mejorar y aportar lo que pueda a la creación del arte plástico.

El GPS nos condujo hasta la ubicación que nos envió, con la indicación añadida de que al pasar por delante del Centre Cultural Sa Mina de Lloseta, su casa nos quedaría enfrente y girariamos por la siguiente calle a la izquierda. No hubo pérdida, nos salió al paso para guiarnos…

¡Hola! Es aquí al lado y si aparcáis en esta calle vais a tener sombra todo el día, que en este tiempo se agradece. – 34 grados marcaba el termómetro del coche

Catalina Martorell Castelló nace en Lloseta el 17 de enero de 1974, el mismo año en el que se inauguraba el campo de fútbol de su pueblo, en Portugal se desarrollaba la Revolución de los Claveles, en Mallorca se convocaría la primera huelga de hostelería, a la dictadura de Franco todavía le quedaban unos meses de delirio, la directiva de CCOO estaban encarcelados por el proceso 1001 y su amnistía se convertiría en una demanda nacional, la población mundial alcanzaba los cuatro millones de habitantes, se ejecutaba por el método del garrote vil a Salvador Puig Antich, en Bangladesh se entraba en un periodo de hambruna que duraría todo el año y perecerían un millón y medio de personas, en Nepal un grupo de alpinistas japonesas se convertirían en las primeras mujeres que ascenderían el monte Manaslu una cumbre de ocho mil metros, el caso Watergate descubría a un Richard Nixon implicado en escándalos de espionaje y corrupción y le obligaría a presentar la dimisión de su cargo, nacían Alanis Morissette, Penélope Cruz, Hilary Swank, Leonardo di Caprio, Jordi Évole, las películas más taquilleras; El Padrino II, La matanza de Texas, El coloso en llamas, Chinatown, El jovencito Frankstein, las canciones que más sonaban; Un ramito de violetas de Cecilia, Tómame o déjame de Mocedades, No woman, no cry de Bob Marley, You are so beautiful de Joe Cocker, en arte destaca la presentación de la obra de Joan Miró, La esperanza del condenado a muerte, en referencia a la condena y muerte de Salvador Puig Antich.

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Nos acomodamos alrededor de una mesa del comedor con un ventilador a máxima potencia a un lado. Francisca comenzó a pulsar su click y Catalina y yo a hablar y a tomar apuntes.

Como suele ser habitual en el formato cronológico de nuestras entrevistas, comenzamos por sus recuerdos de infancia…

Mi infancia supone rememorar felicidad. Correr y jugar por el campo, en casa de los abuelos en Mancor de la Vall, precisamente al abuelo le conocían por “Joan Mancorí”. El carro, asnos, aquellos aromas de comida casera, del ambiente, aprendí a distinguir los olores en las diferentes estaciones del año, la explosión de colores de la naturaleza, de los árboles frutales, los caquis, las cerezas, las clementinas, los albaricoques, los jínjoles, ahora me doy cuenta de cómo influían esas cosas en mí.

Cuando tenía nueve años solía pasar los fines de semana en casa de mi amiga Vanessa en el Palau d’Aiamans que en aquel entonces era propiedad de su padre; Toni Fuster. Aquello era esplendoroso, un palacio en mitad del pueblo, con la piscina de piedra que el agua estaba siempre fría, la casa de muñecas, la sala de billar, la pista de tenis, las estatuas que simbolizaban las cuatro estaciones. Desde la terraza de su habitación veíamos las obras que la compañía de Xesc Forteza interpretaba cada año en los jardines. Es una pena el estado lamentable en el que se encuentra hoy en día el Palau d’Aimans, totalmente abandonado.

Sus padres Joan policía local natural de Lloseta y Margalida empresaria de restauración nacida en Palma, tuvieron cuatro hijos; Pere Joan, Catalina, Joan y Sebastián.

¿Cómo se le dieron los estudios?

Pienso que sin ser una gran estudiante supe aprovechar el tiempo, destacaba en plástica y en pretecnología y gané algunos premios en metálico en concursos escolares que luego cambiaba por material. Mi hermano Sebastián y yo nos decantamos por la pintura, Joan por la guitarra y Pere Joan por la poesía y la narrativa, de hecho ha publicado numerosos libros y es un autor muy apreciado.

Pere Joan Martorell nacido en Lloseta en 1972, fue miembro fundador de las Ediciones del Salobre y fue director general de Cultura del Govern de les Illes Balears, autor de la novela; La memòria de l’Oracle con la que ganó el Premi Mallorca de narrativa, con el título; Llibre d’Eros se hizo con el Premio de Poesía otorgado por la UIB, con Dansa nocturna obtuvo en 2007 el Premi Ciutat de Palma y así hasta casi una veintena de títulos.

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Siendo muy jovencita, Catalina fue a clases de pintura con Pol Capó y A la edad de veinticinco años repetiría con el mismo, y más tarde iría también con Joan Sastre.

¿Qué puede confesarnos de su adolescencia?

Qué disfruté mucho de la convivencia con mis hermanos, con mis primos. De aquellos días de comer fideos, arroz brut. En casa teníamos huerto con pimientos, berenjenas, tomates. Mi hermano a veces traía cangrejos. Como he dicho antes, rodeados de aromas de cocina, de especias.

Estaba en la edad del pavo y no sabía qué hacer y a los dieciséis años me dio por estudiar administrativo y no acabé. Luego comencé a trabajar en un supermercado y aún sigo combinando trabajo y afición por la pintura.

¿Y cuándo comienza a notar los efectos de su interés por la plástica?

Tenía veintidós años cuando empecé de manera autodidacta a tomarme en serio la pintura, a practicar, a visitar exposiciones, a presentar mis obras a diferentes premios, a asistir a encuentros de artistas donde compartes experiencias y recibes consejos y de las ideas escoges lo que crees más adecuado. Desde entonces no he parado de mostrar algunas de mis piezas en colectivas, principalmente en mi pueblo y en otros cercanos como Inca y también en Barcelona. Durante un año, asistí a clases con un profesor que se desplazaba desde Palma a mi pueblo para cubrir actividades de invierno.

Háblenos de las sensaciones en su primera muestra individual…

Fue en la Fira de la Sabata en la localidad de Lloseta. Cuando lo pienso todavía noto aquella adrenalina en el interior, nervios, inquietud, lo que me costó dormir la noche anterior. Presenté una colección de obras, una mezcla entre figurativo y abstracto, realizadas con acrílico y óleo con motivos de flores y la planta del café que en aquellos días me había llamado la atención por el aroma y la textura. Se vendió todo y además me hicieron muchos encargos.

Permítanos conocer algunos aspectos de su personalidad.

¿Qué le preocupa de nuestra sociedad?

Los sentimientos de la gente en general, el día a día de la sociedad que parece alejarse de ciertos valores, la lacra del maltrato, las guerras, la hambruna. A veces tengo la impresión de que todo pende de un hilo.

Se casa a la edad de veinticinco años con Pere y en una visita rutinaria al médico la dan la noticia de que su cuerpo es proclive al riesgo de aborto y posiblemente no podrá tener hijos. Lo curioso es que cuando cumplió los treinta y uno, nació su hija Margalida.

Fue la mayor alegría de mi vida, gozar, sentir y convivir tantos momentos juntas. Aunque hace unos años tuvimos que pasar unos meses en un hospital de Barcelona porque después de unas pruebas, nos habían dado la noticia de que Margalida necesitaba recibir un trasplante de médula. Siempre he dicho que en estas circunstancias de desesperación, nos tocó la lotería porque hubo un donante 100x100 compatible y la vida de mi hija volvía a empezar prácticamente de cero en algunos aspectos.

Este hecho cambió mi manera de contemplar las cosas, durante varios meses la dedicación al problema de Margalida fue la prioridad, pero estando en el hospital tuve tiempo para meditar y de valorar profundamente sobre ciertos aspectos de nuestra existencia. Me planteé que cuando regresáramos a casa, me tomaría muy en serio lo de pintar y así ha sido. La operación de mi hija también me hizo despertar el interés por saber sobre el cuerpo humano, ahora me fascina leer sobre ciencia y medicina y desde aquellos días, reflexionar sobre la importancia y la magnitud de los donantes. Abandonamos el hospital recuperando la felicidad.

¿Qué le gustaría transmitir con sus pinturas?

Procuro que cada uno de mis trabajos, tenga un mensaje interior que pueda interpretarse a la recepción de cada uno. A veces el boceto comienza con texto en mi cuaderno, luego lo traslado a la tela.

Descríbanos como es delante de un lienzo en blanco…

Percibo placer, me siento a gusto, necesito plasmar mis pensamientos, pongo música, bailo, me concentro. Mi cabeza visualiza manchas y las emociones brotan de un lado para otro. Siento la positividad de mi carácter en esos instantes. A veces firmo en un lugar, otras en otro, así mantengo la idea de que la obra queda bien equilibrada.

¿Qué artistas son para usted motivo de atención?

Tengo una lista larga, Menéndez Rojas, Maraver, Tomeu Coll, Joan Costa, Pep Coll Bernat y de los grandes, Miró, Tapies, El Bosco, Barceló, Kandinsky, los pintores del renacimiento, pero hay muchos más.

Fue determinante viajar a Madrid a París para visitar el Prado y el Louvre.

El ventilador aliviaba aquel exceso de calor y de humedad que hace que los poros de la piel parezcan micro aspersores. Catalina advirtió la circunstancia y marchó a la cocina, a los pocos segundos regresó con un aperitivo, una tarrina de queso fresco para untar sobre unas galletas, patatilla y vino blanco de la comarca bien fresquito y en una cubitera. Los tres brindamos copa en alto deseando salud y suerte para cada uno. Recuperamos el aliento.

¿Qué otras cosas, además de pintar forman parte de sus aficiones?

Me encanta caminar por la montaña, correr, la cocina que me atrae desde niña, mis abuelos cocinaban en casa y montaban bodas. El negocio familiar ha sido la restauración. Me fascina la cocina tradicional y la de vanguardia, pero sobre todo preparar postres.

¿Algo de cine?

Las películas de Woddy Allen.

¿Algo de música?

El pop catalán y el español y también la música clásica.

¿Y de la literatura, libros, autores?

Pere Joan Martorell, Melcior Comas, Sebastià Alzamora y especialmente el escritor japonés Haruki Murakami

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Su carácter agudo y jovial, ejerce de vehículo transmisor entre sus pinceles, espátulas y pinturas, un mensaje pragmático que convoca en sus rasgos de inspiración. Esa lucidez repentina que se siente y que estimula la creatividad, ese impulso, esa fracción de segundos en los que te visitan genios o musas, se percibe en sus geométricos gestos. Sinuosas líneas, manchas ágiles que parcelan el terreno de sus lienzos, edificando conceptos ancestrales, elementos que se agolpan en el cerebro, un jaque mate, el misterioso número de un calendario, un eslabón que se separa de la cadena, una cruz, una flecha, al tiempo en que el alma vislumbra una manifestación de nuevas ilusiones.

En algunas de sus obras, su misiva se apresta a la mezcla de pintura y texto: Tolerancia, Honradez, Amistad, Civismo, Igualdad, Solidaridad, Responsabilidad, esas palabras rodean un paisaje acrílico abstracto. Una advertencia para el visitante cuando una autora o autor multiplica su convencimiento y a sus convulsos elementos, inteligibles, los acompaña de ese tipo de afirmaciones.

¿En qué está metida últimamente?

Tengo obras colocadas en distintas exposiciones, en Palma, en Sancelles. Colaboro habitualmente con el Centre Cultural Sa Mina que está cerca de casa, de hecho participé en la inauguración con la artista Carmen López Rojas compartiendo espacio. Este lugar existe gracias al empeño de Tomeu Coll y algunas personas del ayuntamiento de Lloseta que también han colaborado.

Desde el balcón de su casa puede verse la fachada de Sa Mina y al otro lado una antigua chimenea que recuerda que en otro tiempo y por espacio de unos cien años, parte de la población de Lloseta, trabajaba en las minas para la extracción de carbón. De hecho en 1930 se producía el 85% del carbón de Mallorca que se destinaba a la generación de electricidad.

Sí, todavía en el pueblo se conservan zonas huecas bajo tierra que rememoran aquellas actividades. A finales del siglo XX, la principal actividad del pueblo fueron las fábricas de calzado hasta que llegó la crisis y la gran mayoría desaparecieron.

Me comenta que se identifica con la frase del filósofo alemán Friedrich Nietzche;

“Quién tiene un porqué para vivir, puede soportar cualquier como”

Y si Nietzche afirmaba, ahora con su permiso nos tocaba a nosotros filosofar - “si hemos cumplido podemos sentirnos satisfechos”, y lo cierto es que había sido un placer pasar unas horas con Catalina Martorell y conocer sus inquietudes. Francisca me advertía: tengo material fotográfico suficiente - y yo miraba mi cuaderno y opinaba lo mismo; con esto tengo bastante, me dije. De regreso a casa, pasábamos por delante de la fábrica de cemento de Cemex y el termómetro interior seguía marcando treinta y cuatro grados.

Texto: Xisco Barceló

Fotografía: Francisca R Sampol

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