El ingreso de la escritora Carme Riera como miembro de la Real Academia Española de la Lengua constituye un extraordinario reconocimiento y un mérito jamás alcanzado hasta ahora por una creadora mallorquina. Riera ha desarrollado su amplia producción literaria en catalán y se ha convertido en una de las novelistas de más prestigio dentro del ámbito de la lengua de Ramon Llull, propia de las Baleares. Es precisamente por estos motivos que se ha echado en falta la presencia de algún miembro del Govern Balear en el acto de toma de posesión. La consellera portavoz, Núria Riera, excusó la no asistencia de representantes del autogobierno "porque no pudo ser". Tal respuesta, además de huera, suena a excusa mal razonada. Un Gobierno siempre "puede" acudir a un acto de reconocimiento de una mallorquin importante y com prestigio indiscutible. Esta ausencia de representantes cualificados del Consolat en la Real Academia abre la puerta a especulaciones que se habrían evitado si se hubiera actuado con sentido y visión institucional. ¿Temían que Riera aprovechase el acto para atacar la política lingüística y educativa del Ejecutivo? ¿Temen que los miembros de la Real Academia tengan ahora una visión más profunda de la realidad balear al tener junto a ellos a una de las escritoras isleñas más cualificadas? Son preguntas lógicas tras la ausencia del jueves. La consellera de Cultura, Joana Maria Camps, tendría que haber sacado tiempo de debajo de las piedras para estar junto a Carme Riera. Son precisamente estas actitudes decisiones difíciles de explicar, como es no acudir a una toma de posesión importante, las que incrementan el enrarecido clima que se vive en la actualidad en el Archipiélago de incomprensión, de falta de diálogo y de extrema tensión en materia lingüística y formativa. En política las formas están por encima de todo, y mucho más cuando se gobierna. Cuando se pierden las formas la dinámica social se resiente. A veces más de la cuenta. Carme Riera y su obra se merecían más, mucho más.