Calidad antes que paridad

El Gobierno de Mariano Rajoy no respeta la paridad entre hombres y mujeres. A mi entender, ni puñetera falta que hace tener bibianas, magdalenas, leyres o cualquier otro florero que sólo sirva para satisfacer la demanda de la imagen. Puestos, también podríamos aplicar la paridad por etnias (un subsahariano, un hindú, un chino, alguien del altiplano andino), por profesiones, por edades, por preferencias futbolísticas o por estrato económico social. O sea, ya está bien de tonterías.

Lo que realmente es trascendental es que la mujer tenga las mismas oportunidades que los hombres y que no sea discriminada a la hora de ser escogida. Si esto ocurre, entonces da igual que en un lugar determinado no haya mujeres porque, en teoría, también podría ser el caso de que no hubiera varones.
Sin embargo, esto es más fácil de decir que de hacer. Las personas tienen preferencias, manías, gustos, tendencias que están arraigadas y que no son fáciles de eliminar. Yo no tengo evidencias de que en este caso haya habido discriminación, porque debo pensar que Rajoy hubiera elegido mujeres de la misma manera que eligió varones. En cambio, es evidente que incluso en una sociedad con nuestra historia es absurdo que las direcciones de las empresas privadas estén masivamente en manos de varones. Es una batalla que habrá que seguir dando y que no se arregla ni con decretos ni con paridades que, como ocurrió en el anterior gobierno con demasiada frecuencia, eran artificiales.

Ahora sólo nos queda ver si los varones que forman este Gobierno están ahí por ser competentes. Ante las urgencias que tenemos delante nuestro, deseo que al menos los que llevan la educación y la economía sean los mejores.

 

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