Para empezar he de reconocer que no esperaba que Marco Asensio explotara tan pronto. Yo le daba un año más de cesión a un equipo algo más competitivo que el Espanyol, como el Sevilla o el Villarreal. Me ha sorprendido y me alegro por ello aunque, al mismo tiempo, recuerdo haber lamentado que, en su despegue, Miquel Soler le constriñera a una banda con la pretensión añadida de defender en no menor medida que su lateral. Doctores tiene la iglesia.
Ya en sus tiempos de infantil, Paco Navarrete, a la sazón colaborador de la secretaría técnica del Mallorca, me advirtió de las facultades del muchacho de Peguera. Desde su más tierna infancia se fijó en sus dotes no sólo físicas y técnicas, sino también su capacidad mental impropia para un futbolista de su edad como, lamentablemente, podemos comprobar día tras día.
Ahora la habrán salido un montón de descubridores y seguro que aún faltan cerebritos que presumirán de haber adivinado su talento y formado en consecuencia. Hasta ha surgido una novia que nadie conocía y se ha mostrado en bikini en páginas de periódicos e internet. Fútbol rosa, en ajusta definición de Javier Irureta. Incluso algún ilusionista le ha declarado producto de la cantera del Real Madrid. Nada nuevo bajo el sol del ignorante.
Tuve el honor de entregarle un trofeo al mejor futbolista mallorquín del año en la primera y única entrega de los Premios Radio Marca Mallorca, en mayo del 2014, emisora que dirigí hasta el mes de diciembre del mismo año en manos de desaprensivos que dilapidaron mi herencia y alguna cosa más. Fue aquella noche cuando vi que detrás del profesional había una persona en toda regla. Me acordé de lo que un viejo entrenador me dijo en cierta ocasión: el futbolista es dentro del campo el mismo que cuando está fuera. Por eso triunfará.