No soy periodista ni falta que hace. Pese a lo cual, desde que en este digital me aceptan estos articulitos, cada día hago un repaso de lo que sucede, para ver de qué hablo. Pese a que estos días estoy en otra isla del Mediterráneo, he estado siguiendo la historia de Rafa Nadal y su tío. Tanto lo que dijo el tenista como lo que afirma su tío me parecen planteamientos sensatos: Nadal ya no es un niño, ya tiene criterios propios, ya pide más espacio para él y su tío lo entiende, lo comprende y, por otro lado, una vez que han alcanzado la cima de este deporte, es normal que el entrenador ya no tenga tanto tiempo para viajar incansablemente. Ustedes verán: he notado como si alguien tuviera algún interés en que esta relación, que a mí me ha parecido siempre ejemplar, también pudiera tener una arista turbia, donde provocar divisiones, tensiones o disensos. Ya son ganas.
