Son las dos de la tarde de un día laborable y algo desapacible por el viento, y las terrazas de los restaurantes y cafeterías de Blanquerna, Plaza del Olivar y Plaza de España están vacías. Una imagen desoladora para unos negocios que, en circunstancias similares, pero sin la nueva ordenanza presentarían una imagen "radicalmente distinta".
Lo dice Bernat Thomàs, propietario de 'La Reserva' en Blanquerna, una de las calles de referencia para la restauración, especialmente durante las tardes-noches y fines de semana. Desde que entró en vigor la norma su local está registrando pérdidas del 80 por ciento. "A nosotros nos ha hecho mucho daño especialmente de noche. Nuestro local siempre tenía clientes sentados fuera porque estaban resguardados", lamenta. "Incluso en días de lluvia lo teníamos lleno, ahora ni un alma".
Marc Olivares, de Blat al Sac, también pone el foco en las noches. "Basta recordar el cambio que ha experimentado la calle de un viernes a otro: hemos pasado de lleno en todas las terrazas a cinco mesas con clientes". Asimismo, critica la falta de planificación del propio Ayuntamiento para la puesta en marcha de la norma. "Fui a informarme de distintos aspectos, como la iluminación, para evitar problemas y no me aclararon nada". A pesar de todo, el empresario se muestra optimista y cree que "al final" los clientes se acabarán acostumbrando a los cambios.
En la Plaza del Olivar, otro de los lugares clave en materia de terrazas, los restauradores han notado una bajada importante de sus cajas porque "con las inclemencias del tiempo, ésto ya no invita". Lo dice un restaurador que prefiere no dar la cara por temor a las "represalias" de Cort pero cifra en un 30 por ciento la caída. "Por la mañana, al mediodía, tarde o noche. Cuando haces números ésto se nota, en mayor o menor medida", lamenta.
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127 establecimientos afectados
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En el caso de La Balanguerita, de Alberto Jareño, la queja viene especialmente por la obligatoriedad de recoger los elementos de la vía pública a las 23 horas. "A nosotros nos es físicamente imposible, no tenemos dónde meterlo", dice. Además, arremete contra la inseguridad jurídica que dejan decisiones así después de inversiones importantes en infraestructura. "Tan sólo en el toldo invertí 11.000 euros y retirarlo me ha costado 200 euros", critica. "Y todo sin una notificación por escrito oficial, tan sólo el aviso verbal de un señor del ayuntamiento -que no se identificó con ningún documento- y lo publicado en prensa".
Desde Verd i Verd, establecimiento de cocina natural regentado por una pareja de alemanes, se suman a las críticas de falta de seriedad a la hora de modificar una ordenanza de tanto calado. "Nosotros nos gastamos sólo en toldos 6.000 euros que, ahora, se han ido a la basura". Ello, sumado a las pérdidas en la recaudación por la bajada de clientes, les ha hecho daño.
En el caso de El Racó de l'Olivar la cifra de material inutilizable asciende hasta los 13.000 euros y la indignación es mayúscula. "Con mucho esfuerzo, inviertes una importante cifra de dinero y cuando ni siquiera la has amortizado, te cambian las reglas de juego", lamentan. "Nosotros somos gente normal, trabajadora. Ésto no es precisamente de izquierdas".
Por su parte, Miguel Bauzá de +Natural, en Plaza de España, se rebela contra esta norma "dictatorial" de un gobierno municipal "irresponsable y malintencionado", sugiriendo ciertos cambios que palien los efectos, "porque el daño ya está hecho".
En primer lugar, solicita la condonación del impuesto de ocupación de vía pública a los comerciantes afectados por el mismo importe gastado la retirada de los cerramientos antiguos, el traslado y almacenaje de los mismos y la compra de parasoles y cerramientos permitidos.
Asimismo, pide a Cort que reconsidere la altura máxima de los cerramientos -establecida en 1.5 metros- dejando que sean de mayor altura gracias a una parte extensible. De este modo, se podría mitigar el frío y elviento en días complicados y permanecerían sin cambios en las jornadas de calor.
Además, por motivos de seguridad, alega la necesidad de colocar sombrillas de peso para evitar que vuelen. "Dios no quiera que tengas que lamentar una desgracia", advirte al regidor de Govern Interior, Alberto Jarabo. Por ello, exige que se modifique la obligatoriedad de retirar todos los elementos de la vía pública cada noche, limitando el punto a sillas y mesas. "Básicamente por salud de nuestros trabajadores, los que a Cort, como gobierno de izquierdas deberían preocupar".
Y éstos son sólo algunos de los 127 establecimientos afectados por el cambio. El malestar y preocupación en el sector es generalizado, por lo que ha impulsado una recogida de firmas de change.orge que suma ya más de 5.800 apoyos desde que fue creada, hace cuatro días.