Black Espinar

Agamenón fue una historieta humorística creada en 1961 por el guionista y dibujante español Alejandro Santamaría Estivill, más conocido como Nené Estivill para la revista Tío Vivo de Editorial Bruguera, en la que se reflejaba la vida en la España rural de los años sesenta, ya en trance de desaparición y que en la última viñeta de cada historieta, la abuela comentaba siempre con la misma frase la salvajada de Agamenón: "Igualico, igualico que el defunto de su agüelico".

Ramón Espinar Merino, el ya llamado “black” Espinar acumula tres cargos en Podemos cuando los estatutos internos recién aprobados y elaborados por la corriente Adelante Podemos que compitió con él por la dirección de la formación morada, especifican claramente que ninguna persona puede acumular más de dos cargos en Podemos, sean orgánicos o de gestión, y además el Espinar de marras, va a llevar ante el Comité de Garantías de su formación la posibilidad de continuar manteniendo los tres cargos que ostenta en la actualidad: el de secretario general de Podemos-Madrid, el de diputado autonómico y el de senador por designación autonómica y portavoz de Podemos en la Cámara Alta. Todo un ejemplo de dignidad política y personal.

Una joya este pequeño burgués con ambición, con unas ganas locas de protagonismo y afición desmesurada por el dinero, con un padre de características similares. Un embustero cuando se presenta como hijo de los obreros que explotó el franquismo (sin trabajo, sin casa, sin dinero), cuando achaca a Cifuentes el soplo sobre su operación inmobiliaria, cuando anatematiza al grupo Prisa, que en el fondo son los que le ha ayudado a salir elegido como secretario general de Podemos Madrid (este ni ha leído aquello de “no matar al mensajero”), un menda que preconiza en las redes sociales lo contrario de lo que hace.

No es más que otra demostración de que los mandos, los dirigentes del partido que iba a conquistar el cielo al asalto no son más que una banda de embusteros, que están superando a marchas forzadas a la su tan denostada casta en corrupción y en aprovechar todas las posibilidades de ocupar un cargo público para beneficiarse personalmente.

Aquí, de nuevo, los defensores de esta nueva casta dirán que comparado con lo que han estado haciendo, por ejemplo, los del Partido Popular, con lo que han hecho y nunca lo sabremos, lo de este “pobre chico”, es “peccata minuta”. Muy cierto, pero igualmente deleznable porque este individuo se ha hecho un sitio en su partido despotricando contra los especuladores, mientras él hacía lo mismo, ha mentido sobre su situación social, cuando es otro hijo de papá, como los demás de la troika dirigente de su partido que han convencido a gran parte de los desahuciados, de los pobres, de los dependientes de nuestro País.

Creer que el tal Espinar es un episodio aislado en Podemos, sería una mayúscula equivocación, el postureo, la falsedad, las ganas locas de protagonismo son una de las características que definen a la dirección de este partido es especial. La semana pasada leí un comentario a un artículo sobre Podemos que decía: “Y es una formación machista: las mujeres que entran en él, lo hacen vía edredón; eso sí, cuando viene otra nueva, a la anterior la dejan bien colocada. Desde que el mundo es mundo, repiten estos arribistas, el comportamiento del jefe de la manada”.

A lo que yo añadiría, o enseñando las tetas en una iglesia o en el Congreso de diputados, que también da para mucho, sin menospreciar el talante intelectual de las mujeres que han empleado estos sistemas para poder demostrar su valía, la crítica va dirigida al sistema de promoción del partido, nunca a las mujeres.

Esta referencia viene a cuento por el comentario de la diputada Carolina Bescansa en las redes sociales sobre la ceremonia de apertura de la XI Legislatura, en el que advertía a la reina consorte Letizia por sí llevaba a sus hijas al hemiciclo.

Sin ánimo de defender ni a la corona ni, mucho menos a Letizia, la diputada de nuevo ha querido salir en la prensa a costa de su hijo, como hizo cuando fue ella la que llevó a suyo al Congreso el día de la constitución de las nuevas Cortes Generales, a darle de mamar, cuando tiene dinero más que suficiente pata tener a alguien que se lo cuida y en el propio Congreso existe una guardería gratuita al efecto; para dar el espectáculo, como hubiera podido llevar a sus padres millonarios para dar el cante, cosa que no hizo. A la Bescansa le afearon el espectáculo desde mujeres de izquierdas a título personal como asociación de mujeres progresistas.

“No es lo mismo predicar que dar trigo”, resulta más fácil dar consejos que practicar lo que se aconseja. Esta es una de las más grandes contradicciones con las que se enfrenta un partido de dirigentes hijos de papá, entre cuyas filas abundan los revolucionarios de salón, procedentes de familias adineradas que les han pagado el doctorado en las universidades más elitistas de Estados Unidos, con trabajos fijos, con sueldos millonarios, con ínfulas de intelectualidad, con ínfulas de superioridad moral que, a poco que rasques se parecen, guardando las distancias y la categoría personal y política de la que carecen, a los líderes de la revolución rusa, a los que intentan imitar denostadamente.

Como explicaba en una reciente entrevista el escritor y filósofo Antonio Escohotado Espinosa: “Todos los jefes de filas del comunismo fueron señoritos, hijos de papá que vivieron de los sablazos que daban a su familia. Desde Marx a Lenin ni un solo cabeza de fila igualitarista ha trabajado, todos han creído que podían vivir como revolucionarios profesionales”.

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