Myanmar se despegó de los británicos después de la segunda guerra mundial y para ponerlo de manifiesto de una forma más patente eliminó el “Birmania” de todos los mapas de un plumazo. Ahora son muchos en occidente los que no saben donde está Myanmar porque lo que se recuerda es esa Birmania de las clásicas películas bélicas de los sábados sin Netflix.
Lo del cambio de nombre fue lo de menos porque la dictadura se alargó hasta hace poco más de tres años de tal modo que los birmanos no pudieron comenzar a disfrutar su sueño independentista hasta entonces. Ahora Myanmar empieza a asomar su nariz en el panorama turístico y compite descaradamente con los grandes destinos turísticos ya consolidados como India o Thailandia. Viajar en este momento a Myanmar es sinónimo de poder disfrutar de un entorno privilegiado por su gente y por su paisaje sin el incordio de la masificación turística que caracteriza los destinos maduros y ello a pesar de los innumerables hoteles que ya se asoman en el Lago Inle.
Por el contrario de lo que sucede en otros destinos Asiáticos, en Yangón, el caos circulatorio es similar al de ciudades como Madrid, Barcelona o Palma de Mallorca a las cinco de la tarde. La sensación de seguridad es absoluta y la amabilidad de sus gentes a la hora de prestar sus servicios, contrasta ostensiblemente con la amabilidad a la que estamos acostumbrados. Dicho de otro modo, mientras la excelencia en nuestro País es una quimera por la que se premia y se incentiva, en Myanmar la excelencia es una vocación o quizás simplemente una manifestación de su devoción por Buda u otra manera de invertir en su propia reencarnación.
Sea por el motivo que fuere los Birmanos tienen motivos para preocuparse: un destino novel maravilloso debería tomar nota de lo que han hecho mal los destinos maduros y comenzar a poner trabas al crecimiento turístico desmedido porque ni los monzones ayudan cuando nos convertimos en una jauría desesperada por pisar todo el terreno que no ha sido pisoteado todavía. Mientras ellos muestran orgullosos sus Pagodas con imágenes de buda con los labios pintados y sus Monasterios, hay quienes ya se frotan las manos soñando con el gran negocio turístico que queda por venir.